Antonio Piedra - No somos nadie
Ladrones del aire
«Heredar (...) se ha convertido hoy en día en pesadilla o doble pena.»
El impuesto de Sucesiones , que afecta a Castilla y León, es el mayor latrocinio legal que se han inventado los políticos españoles en dictadura plena y en democracia subrogada. Nunca se había visto una rapiña tan legalizada , un latrocinio tan reglamentado, y una desvergüenza disfrazada de socialdemocracia tan al galope. A estos políticos, que cobran hasta 6 veces por el mismo impuesto -el colmo de la cleptocracia concebida como coima revolucionaria hasta por morirse-, los llamó Quevedo , en un célebre poema, ladrones del aire . En ese poema heroico sale el buen ladrón Dimas, que debió ser recaudador del Impuesto de Sucesiones, arrepentido de todas sus tropelías y convertido en santo súbito vía Bergoglio I: «Yo con mi muerte hurté mi vida,/ yo sólo supe ser ladrón famoso». Textual.
Yo, yo, y yo… Oh ley seca. La mecha contra un impuesto, propio de ladrones electos y de esquilmadores del aire a tiempo completo -tú, tú, y tú, denuncian sin tapujos literarios estos días las pancartas, los pancartistas, y los casos concretos que claman al cielo-, está prendiendo de Andalucía al Principado de Asturias con u na justicia atronadora . Castilla y León, otra de las Comunidades más afectadas -junto con las socialistas que llevan a rajatabla eso de la tajada más suculenta de lo sucesorio como norma lícita de expropiación encubierta-, la protesta se mantiene en los justos términos que ayer mismo leí en boca de la Consejera de Economía y Hacienda: aquí los impuestos «progresan adecuadamente» . O sea, que como no retroceden, seguirán friéndonos de un lado más que ayer, y del otro mañana si Dios quiere, que sí que lo querrá.
El dato, fuera del asador, es realmente escandaloso. Un 5% de los castellanos y leoneses que heredan se ven obligados a renunciar a lo heredado, y que en ley les pertenece -fruto del trabajo y sacrificio en vida de sus padres o familiares-, porque no tienen forma de pagar al fisco . Heredar, que según el Quijote «borra o templa en el heredero la memoria de la pena», se ha convertido hoy en día en pesadilla o doble pena. Los políticos se quedan legalmente con todo. Hasta con el aire mortal, porque de ahí -de la tumba- ya no regresa nadie.
Esta rebatiña en los entierros se va pareciendo a esa otra piñata en los bautizos que se inauguró al inicio de la democracia. En la fila de un cine de Valladolid esperábamos pacientemente una serie de cinéfilos. Llegó una pandilla de arribistas patrimoniales y se colaron porque sí: «Porque esto es la democracia, señores» , dijeron. Una pobre anciana, delante de mí -seguro que sus hijos ya se han quedado al verlas venir, si es que tenía un piso o herencia que dejarles-, les preguntó con ironía subversiva: «¿Y esto, hijos, cuándo se va a acabar?». Cuando dejemos de votar a los ladrones del aire. Señora, que yo lo dijo Dimas: «Yo sólo supe ser ladrón famoso».