Alejandro J. García Nistal - Noción personal
Laciana versus Villablino
«Mucho dinero pasó por aquí, pero poco se ha sabido retener en el mismo lugar. La cultura del carpe diem del minero...»
Por cuestiones que ahora no vienen al caso, lo cierto es que estoy viajando a esa comarca del norte de León con relativa frecuencia. Antes me había desplazado hasta Laciana de paso hacia Asturias o, a lo sumo, para acudir con mi hijo a la estación de esquí de Leitariegos.
Poco a poco voy remontando el río Sil, como lo hacía hace años el viejo tren de vapor de la Minero Siderúrgica de Ponferrada. Un tren ya en desuso y que un consorcio de ayuntamientos quiere resucitar como tren turístico denominado «Ponfeblino». Mientras atraviesas parajes idílicos de bosque, el paisaje se vuelve negro del carbón acumulado en montañas de polvo de las escombreras y lavaderos hoy muertos por cerrados, antes llenos de actividad febril de la minería leonesa.
Cuando llegas a Villablino comprendes que el municipio llegó a albergar hasta 17.000 vecinos en sus tiempos buenos, mientras ahora apenas sostiene un padrón de 9.000 almas. Por las cafeterías y ciertos edificios se denota que la «fiebre del dólar» debió ser importante. Mucho dinero pasó por aquí, pero poco se ha sabido retener en el mismo lugar. La cultura del carpe diem del minero que se juega la vida en el tajo, así como la de intereses empresariales que nunca estuvieron en el lugar sino muy lejos del valle, son algunas de las causas por las que se entiende lo sucedido aquí.
Hoy en día Villablino y sus pueblos intentan sacudirse el polvo del mal fario. La Diputación de León apoya ampliar y modernizar la estación de esquí, pero poco más llega desde fuera. No es de extrañar que en las jornadas pasadas el ver pasar camiones de cook, extranjero y de menor calidad, rumbo a las centrales de Anllares y Compostilla sufriesen cortes de carreteras. Es toda una provocación para tanto prejubilado y parado de la mina que ve pasar la vida con total impotencia.