Borja García Carvajal - Tribuna libre
Juzguen ustedes mismos
«El alcalde de Valladolid, por boca de su portavoz, ha decidido que ellos ya no condenan el terrorismo»
«Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios». Ésta sentencia de Baltasar Gracián es la versión española del popular «El fin justifica los medios». Sin embargo, ¿es lícita esta filosofía de vida? ¿Realmente el fin debe justificar cualquier modo de lograrlo? Hermann Busenbaum decía que el fin lícito convierte de por sí los medios en lícitos. Todo esto es muy discutible, pero lo que está fuera de toda discusión es que los intereses egoístas, personales e individuales no pueden nunca justificar la traición a un colectivo y mucho menos en personas que representan políticamente a sus ciudadanos. Por desgracia, en Valladolid hemos asistido a esa traición.
En el pasado pleno, el Grupo Municipal Popular llevó una moción para velar por la dignidad, la memoria y la justicia de las víctimas del terrorismo. Una serie de acuerdos que iban desde ponerle el nombre de «Víctimas del Terrorismo» a un parque, calle o plaza, poner un espacio de recuerdo en la web, o rendirles sincero homenaje en las fechas señaladas hasta condenar la trayectoria de Arnaldo Otegui e impedir que se burle de la democracia viniendo a dar lecciones de paz a nuestras instituciones o espacios municipales. Una serie de acuerdos con los que cualquier demócrata se pudiera sentir cómodo y realizado. Éramos conscientes de que determinados acuerdos eran complicados de alcanzar con aquellos partidos, como los integrantes de Unidos Podemos, que tildan de hombre de paz a un terrorista como Arnaldo Otegui. Sin embargo, nunca pensamos que el peaje que iba a pagar el Partido Socialista de Valladolid por mantener la alcaldía era el de dar de lado a las víctimas del terrorismo.
El debate fue bronco y tenso, lo esperado al contraponer el apoyo sin fisuras a las víctimas y la condena enérgica del terrorismo del Grupo Popular a las posturas relativistas de los grupos radicales de izquierdas. Pero todo tornó a peor cuando el representante del grupo socialista entró en calificaciones personales, intentando desviar la atención con tal de no tener que mojarse en este asunto. ¡No tener que mojarse! El partido de Isaías Carrasco, de Fernando Múgica y de tantos y tantos socialistas que han luchado por la libertad no quería apoyar una moción para honrar la memoria de las víctimas. Tal fue el nivel de frivolidad de los socialistas que ante la pregunta de si seguían condenando como siempre el terrorismo, el portavoz del PSOE, espetó alto y claro un YO NO.
¿Merece la pena ser alcalde a toda costa? ¿Merece la pena traicionar la memoria de tantos mártires que han dado su vida por la libertad? ¿Merece la pena dejar de lado todo aquello en lo que crees por conservar el bastón de mando? En el Grupo Municipal Popular lo tenemos claro. Nunca rendiremos suficientes homenajes a quienes dieron la vida por mantener nuestra democracia y nuestra libertad. Las víctimas son el recuerdo más cruel de lo que cuesta nuestro estado de derecho. Por eso, hablar de Gregorio Ordóñez o de Miguel Ángel Blanco nos pone un nudo en la garganta. El mismo nudo que se les pone a la gran mayoría de votantes socialistas cuando defienden sin fisuras a las víctimas y cuando condenan sin paliativos el terrorismo y a todos y cada uno de los terroristas. Ese mismo nudo que se les pondrá cuando en todos los rincones de España se sepa que el alcalde de Valladolid, por boca de su portavoz, ha decidido que ellos ya no condenan el terrorismo. Ahora vienen los lamentos, las excusas, los insultos y los arrepentimientos, sin duda, demasiado tarde. Juzguen ustedes mismos.