Julio López - Pienso, luego existo
Síndrome de Solomón
«...Al ojear el listado de los cien finalistas del South Summit 2019, sólo encontré una Startup castellano y leonesa. Mismo resultado tuve en los listados de las cien finalistas de 2018 y 2017»
En 1951 el psicólogo polaco-estadounidense Solomon Asch fue a un instituto para realizar una prueba de visión. Al menos eso dijo a los 123 alumnos que participaron, sin saberlo, en su experimento; juntó en una clase a siete estudiantes compinchados con él, mientras un octavo, el cobaya, creía que el resto participaba en la misma prueba de visión. Asch, haciéndose pasar por oculista, les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas en la pizarra junto a una cuarta línea. De izquierda a derecha, la primera y la cuarta medían lo mismo. Entonces les pedía que dijesen en voz alta cuál de las tres primeras líneas era igual a la cuarta, respondiendo el alumno cobaya siempre el último, tras escuchar la opinión del resto.
La respuesta era tan obvia que no había lugar a error. Sin embargo, los siete alumnos compinchados respondían uno a uno la misma respuesta incorrecta. Repitió la prueba 18 veces por cada uno de los 123 alumnos participantes, y la sorpresa fue que sólo un 25% mantuvo su criterio todas las veces; el resto se dejó influir y arrastrar al menos una vez por la visión de los demás. Finalizado el experimento, los 123 alumnos reconocieron que distinguían perfectamente la línea correcta, pero que respondieron erróneamente a sabiendas para no ir en contra de la mayoría, por miedo a equivocarse, al ridículo, o a ser los raros del grupo. Desde entonces se dice que una persona padece el Síndrome de Solomon cuando toma decisiones o adopta comportamientos para evitar destacar, para no abandonar la senda por la que camina la mayoría.
Viene esta reflexión a cuento de un estudio que ojeé hace unos días sobre el perfil del emprendedor español elaborado por South Summit Spain Startup tras analizar 1.712 Startups (termino referido a empresas de reciente creación de base tecnológica e innovadora). Leí que sólo el 20% son mujeres; que su edad media es de 34 años; y que tienen estudios universitarios y másteres. Hasta ahí, lo esperado. El problema me surgió al ojear el listado de los cien finalistas del South Summit 2019, sólo encontré una Startup castellano y leonesa. Mismo resultado tuve en los listados de las cien finalistas de 2018 y 2017; sólo una de Castilla y León. Incómodo, busqué otras estadísticas, y encontré el ranking de las 100 Startups más innovadoras de España en 2019. De nuevo sólo una. Cuatro listados, cuatro resultados desoladores.
Quizás haya otras estadísticas en las que nuestro espíritu emprendedor esté mejor representado. O quizás no, En cualquier caso, no puedo evitar recordar una encuesta informal que hace unos años realizaron mis alumnos de último curso del Grado de Economía, sobre qué iban a hacer cuando acabaran los estudios. De los 50 que había en clase, 25 querían trabajar en entidades financieras; 24 querían preparar una oposición, y sólo 1 tenía en mente crear una empresa. Y la justificación al porqué de sus respuestas tenía mucho que ver con el «no apartarse del camino marcado por la mayoría» del experimento de Asch. Algo debe cambiar en esta tierra ¿Síndrome de Solomon? No. Síndrome de Castilla y León.