Juan Manuel de Prada: «No conocer nuestra Historia es una amputación monstruosa»

El escritor es galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras, un reconocimiento que recibe con «una alegría abrumadora» porque «quiebra la máxima evangélica de que nadie es profeta en su tierra»

Juan Manuel de Prada, en una imagen de archivo ICAL

Con una «alegría abrumadora» ha recibido este miércoles Juan Manuel de Prada Blanco (Barakaldo, 1970) el Premio Castilla y León de las Letras 2021, un reconocimiento que le es aún «más valioso y conmovedor» porque «quiebra la máxima evangélica de que nadie es profeta en su tierra». Pese a haber nacido en el municipio vizcaíno, donde sus padres emigraron por trabajo «como otros tantos castellanos», regresó de muy pequeño a la tierra natal de su familia, Zamora, donde pasó su juventud hasta que se marchó a Salamanca a cursar la carrera universitaria. «Toda mi vida ha estado ligada a Castilla y León», ha recordado, motivo por el que también le hace especial ilusión sumarse a los «grandes maestros» que acumula el elenco de este galardón, entre los que citó a Miguel Delibes y Claudio Rodríguez, de los que tuvo la suerte de recibir «aliento» durante sus «primeros pasos literarios».

El jurado del premio ha acordado, por unanimidad, conceder el reconocimiento al autor, ensayista y columnista de ABC por «su amplia obra, su dominio del lenguaje, y su proyección nacional e internacional, reflejo de una creación literaria universal». ¿Le ruboriza? «Pues sí, los elogios siempre nos ruborizan porque son inmerecidos, en el sentido de que destacan lo bueno de nosotros y ocultan lo malo».

Hace unos días, en este diario, el escritor recordaba su vinculación con Castilla y León dedicando su artículo al recientemente fallecido Alberto Estella, diputado por Salamanca en las Cortes constituyentes, gran amigo del autor: « Si comparamos a hombres como él con los políticos que hoy padecemos nos damos cuenta de la degradación de la política» , consideró, y abogó por hacer «una reflexión muy profunda» al respecto porque «son nuestros gobernantes quien de alguna manera van moldeando al pueblo», así que «si el pueblo se degrada es porque tiene gobernantes degradados».

Cuestionado por la reforma educativa, opinó que «todo el empobrecimiento que están sufriendo las Humanidades lo vamos a pagar como pueblo», ya que «los pueblos que reniegan o pierden el vínculo con su genealogía cultural y espiritual están condenados a la extinción»: «La mejor manera de enfrentarnos a la realidad es conociéndola en sus raíces profundas. No conocer nuestra Historia o quienes han moldeado el Pensamiento, la Literatura o las Artes, cuyo legado tenemos la obligación de reverdecer, es una amputación monstruosa». No obstante, recordó el autor de 'La tempestad' que este ataque a las Humanidades «desgraciadamente no es nuevo. Se sigue profundizando en ello pero es algo que empezó hace tiempo». «El plan de Bolonia ha sido nefasto y creo que todas las sucesivas reformas educativas que ha habido en las últimas décadas están ahondando en el abismo». Para De Prada, «la escuela y la universidad no pueden estar al servicio del mercado».

'Pesimista esperanzado'

El autor se autodefine como un 'pesimista esperanzado'. ¿Pero todavía puede haber esperanza en estos tiempos que corren?, le cuestionamos. «Creo que es natural que seamos pesimistas en cuanto a que el diagnóstico de la realidad es sombrío, pero es bueno que estemos esperanzados porque debemos creer en el futuro». Por ello, «creo que el pesimismo esperanzado es la mejor actitud vital». Frente a esa visión, lo que le «preocupa» es que «nuestra época sea optimista y desesperada», porque dice que «es lo que conviene a los malos de la película», ya que «el optimismo nos lleva a no hacer un juicio crítico sobre la realidad y la desesperación nos lleva a no tener ninguna convicción que nos ayude a combatir las injusticias que padecemos».

En el fallo, el jurado resaltó «la faceta metaliteraria, muy posmoderna, tanto en la relectura de las vanguardias, como en el reciclaje de diversos materiales literarios». En esa labor metaliteraria está ahora implicado el zamorano, afanado en la edición de «la gran obra de mi vida», una biografía de 1.800 páginas repartida en dos volúmenes sobre la escritora catalana olvidada Ana María Martínez Sagi, cuya vida ha considerado «una especie de emblema de lo que ha sido la historia del siglo XX» por estar «llena de momentos tortuosos y difíciles.

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