Juan Carlos de Margarida - Tribuna Libre

La economía en la UCI

«Nuestros políticos deben dar ejemplo de unidad, y sacrificio, pero sobre todo de austeridad. La búsqueda de soluciones certeras, y con sentido común, tiene que ser el único fin en estos momentos de crisis»

ICAL

La situación actual se rige por una incertidumbre constante de la que apenas tenemos noticias. Algo parecido a lo que ocurre en Dark (Netflix), esa serie alemana tan de moda en la que el «eterno retorno» de la filosofía de Nietzsche atrapa en un bucle infinito a sus personajes. Precisamente, se trata de evitar esto último. Un hipotético rebrote, con todo lo que conlleva, sería desastroso para el devenir del país.

Según los datos con los que trabaja la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), España sería la nación más perjudicado del G20 ante un rebrote. Los datos hablan por sí solos; bajada del PIB del 14,4%; desempleo entorno al 20%; la deuda pública se dispararía, aún más, hasta el 129,5%.

Por desgracia, tenemos todos los ingredientes para que la Covid-19 nos vapulee. La economía ha empeorado gravemente su salud y ya se encuentra ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de los gobiernos. En cualquier momento puede entrar en «coma» al estar basada en el turismo, principal damnificado de la pandemia; la industria vive en buena parte del sector automovilístico, el cual también ha recibido un severo zarpazo; el sector servicios no está en su mejor momento y el teletrabajo nos ha pillado de improviso.

Para poder «reanimar» la economía, y volver cuanto antes a la normalidad, se antoja imprescindible que a nivel mundial se provoque un «coma inducido» a la economía al objeto de incentivar la inversión de las empresas, mantener el empleo y la actividad tanto como sea posible, apostar por políticas fiscales expansivas y reinventar la nueva globalización, donde la digitalización y el sentido común de los gobernantes van a ser las «vacunas» principales para sanar la economía y salvar a la sociedad de un declive generacional.

Pero para pasar a la acción en el plano económico necesitamos que, como sociedad, demos un paso al frente. Los ciudadanos tenemos que demostrar que no vamos a dejar todo en manos de la suerte. Caer de nuevo será, principalmente, culpa nuestra. Las personas irresponsables que provocan los rebrotes de la Covid-19 tienen que ser castigadas severamente por la autoridad competente, pues no solo son causantes de un gran riesgo en cuestión de salud para la ciudadanía, sino que también se presentan como los principales culpables del cierre de establecimientos, provocando la quiebra económica de muchas familias.

Por otro lado, nuestros políticos deben dar ejemplo de unidad, y sacrificio, pero sobre todo de austeridad. La búsqueda de soluciones certeras, y con sentido común, tiene que ser el único fin en estos momentos de crisis. Llegan momentos decisivos, pues el verano llega a su ocaso, para infortunio de la actividad nocturna, donde las terrazas habían dado vida a la hostelería, y la vuelta al «cole» ya es una realidad. Hay que acertar con las medidas no ya de reactivación, sino de prevención. En estas fechas nos jugamos mucho y, ya hemos visto, que el maldito coronavirus no entiende de edades ni condiciones.

En definitiva, resulta capital que la hoja de ruta esté marcada para los posibles escenarios. Cada uno es responsable no solo de sí mismo, sino de su familia, amigos y allegados. Respetar las distancias, llevar mascarilla, cumplir las normas y preocuparnos del prójimo serán elementos fundamentales para salir cuanto antes de esta pesadilla, que ha enfermado tanto a los ciudadanos como a la economía global.

**Juan Carlos De Margarida Sanz es Decano-Presidende del Colegio Profesional de Economistas de Valladolid

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