Jornada de reivindicación femenina en la Seminci
‘El acontecimiento’, de Audrey Diwan; ‘Las siamesas’, de Paula Hernández; ‘Clara Sola’, de Nathalie Álvarez Mesén; y ‘La Fam’, de Fred Baillif, se suman a la competición
Son varias las conexiones, algunas subterráneas y otras más patentes, que presentan entre sí las cuatro películas que se han sumado a la competición de la 66 Semana Internacional de Cine de Valladolid. Cuatro dramas protagonizados en todos los casos por mujeres que anhelan desesperadamente la libertad , caiga quien caiga por el camino. Así, la crudeza de ‘El acontecimiento’ de Audrey Diwan abrió la jornada, para dar paso a la exploración de los lazos invisibles y asfixiantes que se crean entre una madre y una hija en ‘Las siamesas’ de Paula Hernández, seguida por el realismo mágico de ‘Clara Sola’ de Nathalie Álvarez Mesén y para concluir con la mirada en clave de 'cinema verité' al complejo mundo de los hogares de acogida que presenta Fedd Baillif en ‘La Fam’.
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El acontecimiento
La flamante ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia, ‘El acontecimiento’, desembarcó como un puñetazo directo al estómago a primera hora de la mañana. El segundo largometraje de la francesa Audrey Diwan recoge la historia de Anne, una joven y prometedora estudiante de Literatura en la conservadora Francia de los años 60, que se ve envuelta en un tsunami emocional cuando descubre un embarazo no deseado .
La película suelta al espectador sin red desde su secuencia inicial, cuando (tras un escueto prólogo en el que vemos cómo se divierte sin prejuicios junto a sus amigas) ya en la soledad de su cuarto comprueba cómo la regla sigue sin bajarle.
Es la soledad la principal compañera de viaje de Anne a lo largo de la película, incomprendida por sus amigas y amigos, por los profesores que antes la admiraban en silencio, por el fortuito padre (un amor de verano que sale despavorido al conocer la noticia) o por su propia madre (encarnada por la siempre espléndida Sandrine Bonnaire), incapaz de escuchar los desesperados gritos de socorro ahogados que su hija nunca llega a proferir. Diwan se aproxima de forma contundente al monstruo de miedos que Anne está engendrando a su pesar, que la amenaza con tres únicas opciones de futuro posibles: la muerte, la cárcel o la deshonra perpetua.
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Las siamesas
Argentina es el país invitado y hoy fue especialmente protagonista con la clase maestra de Juan José Campanella (Espiga de Honor en esta edición) en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón y el estreno en España de ‘Las siamesas’, el nuevo largometraje de la cineasta Paula Hernández. Apoyada en las notables interpretaciones de Rita Cortese y de Valeria Lois, la realizadora construye una tragedia 'in crescendo' que explora los lazos irrompibles y asfixiantes que atan a madre e hija en una ‘road movie’ sin vuelta atrás.
Valeria Lois interpreta a Stella, una mujer en la cuarentena que ha compartido toda su vida con Clota (Rita Cortese) , desde que, cuando la concibió, su padre decidió abandonar a su madre. Las tensiones acumuladas entre ambas, el rencor callado durante años y años, los reproches sepultados bajo un manto de silencio llegan a desbordar a la calmada Stella en un viaje que ambas comparten hacia Costa Bonita, un remoto lugar de veraneo, donde tras la muerte de su padre ha heredado dos pequeños apartamentos en primera línea de playa.
El film, según ha contado en Valladolid la directora, adapta un cuento de Guillermo Saccomano que cayó en sus manos mientras estaba filmando su anterior largometraje, ‘Los sonámbulos’ (2019). «El relato cuenta la historia de esta madre e hija, que me permitía seguir reflexionando sobre cuestiones como la maternidad, que ya abordaba en mi película anterior. Tengo mi propia percepción sobre la realidad y con ‘Las siamesas’ me interesaba lanzar una mirada sobre este vínculo tan afinado que surge entre madre e hija, tan difícil de explicar. Es una cuestión de conexión», ha expuesto.
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Clara Sola
Hace siete años, mientras cursaba el posgrado en Cinematografía por la Universidad de Columbia en Nueva York, la directora sueca de origen costarricense Nathalie Álvarez Mesén tuvo que condensar para una asignatura en una sola página la idea de un largometraje. Allí plasmó el germen de ‘Clara Sola’ , su debut en el largometraje, una historia en clave de realismo mágico donde reivindica la conexión del ser humano con la naturaleza, y lanza un poderoso canto sobre la liberación sexual y social de la mujer frente al patriarcado y las constricciones religiosas.
El empoderamiento femenino es la gran piedra angular de ‘Clara Sola’, un film atmosférico, sustentado en buena medida sobre las sólidas espaldas de su protagonista, Wendy Chinchilla, una bailarina de la Compañía Nacional de Danza de Costa Rica que debuta tras las cámaras con esta contundente historia. Ella es la protagonista absoluta del film. Da vida a una mujer asilvestrada, condenada por la superstición de su propia madre, a quien en la remota aldea donde vive, le atribuyen cualidades sanadoras y casi milagrosas. Su rol como ‘santa’ se empezará a tambalear cuando en su camino se cruce el nuevo novio de su sobrina , un apuesto joven que hará despertar en Clara sensaciones y pulsiones que jamás hubiera imaginado.
Álvarez Mesén ha viajado a Valladolid para defender el estreno en España de la película, y ha apuntado que con su historia quería contar cómo en muchas sociedades en todo el mundo se está reproduciendo «desde el matriarcado un modelo marcado por las normas patriarcales». «Es algo que sucede en muchas religiones, donde cierto tipo de conductas se han convertido en tradiciones y se seguirán perpetuando si nadie las cuestiona», ha comentado.
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La Fam
La base formativa del cineasta suizo Fred Baillif está en el Trabajo Social. Durante varios años trabajó en un reformatorio, y en esa experiencia se encuentra el germen de ‘La Fam’, su último largometraje, fruto de una intensa labor del realizador durante más de dos años con adolescentes que se ponen por primera vez delante de las cámaras. ‘La Fam’, cuyo título es un apócope de ‘La familia’, describe con pulso realista y alejada de clichés las tensas relaciones que se producen día a día en una casa de acogida entre varias jóvenes, y los asistentes sociales que están a su cargo. Ante los ojos del espectador se despliegan las complicadas relaciones personales y los estrechos vínculos que se establecen entre unos personajes cuyos torcidos destinos les han empujado allí.
No hay actores profesionales en el film, ni siquiera hay un guion al que se pudieran agarrar durante el rodaje, y eso se percibe en algunos desequilibrios internos en el metraje, que se muestra en cierto modo repetitivo y que no acierta al definir algunos giros clave de la trama, como la historia personal de la directora del centro.
Baillif ha recordado sus orígenes como educador social y ha señalado en declaraciones recogidas por Ical que «tenía muchas ganas de contar lo que allí sucedía». «Quería hablar de los abusos sexuales», ha añadido, «porque es un tema de actualidad, que siempre ha estado ahí pero ahora se habla mucho de ello. He conocido a muchas mujeres que los han sufrido y quería que ese tema fuera protagonista en la película».