Jorge Francés - Ruido blanco
Torre del aire
«Por tremenda casualidad o magistral estrategia, Franco y Cataluña resurgen a semanas del 10-N»
Hay un restaurador en Salamanca que no restaura el mural del Salón de Plenos. Maquilla la obra de Ramón Melero de los años sesenta para ocultar la efigie de Franco según ordena la Ley de la Memoria Histórica. La esconde bajo la Torre del Aire con capas de pintura reversibles por si la sensibilidad social muda con los años. Recuerda a los pintores a los que encargaban paños para cubrir las vergüenzas de las obras del Renacimiento. El pudor es cambiante, el arte perpetuo. Con cada adaptación lo alejamos de su misión última de trascendencia y despilfarramos su enseñanza. El doloroso recuerdo de la abominable dictadura franquista es el mejor antídoto contra el peligroso discurso frívolo de una parte de la sociedad y de algunos jóvenes nostálgicos por desconocimiento, capaces de pedir que una democracia rinda honores al dictador cuando lo sacan de su Valle.
Luego está la memoria política en constante maquillaje. Por tremenda casualidad o magistral estrategia, Franco y Cataluña resurgen a semanas del 10-N como madera sanchista avivando el fuego descontrolado de Vox que mantenga rotas las derechas. Un sanchismo de intransigencia dialogante, de radical moderado, esencia misma del PSOE de Tudanca en Castilla y León. Mano tendida cosmética, como Sánchez intentando formar Gobierno, pero ante la primera oportunidad de pacto de comunidad por la sanidad dan plantón y exigen condiciones. Sin memoria y con pasado, curiosa particularidad también del gobierno autonómico de coalición. En cien días los regeneradores (con un ejército de asesores) han incumplido lo firmado, pospuesta la aplazada reorganización territorial y reformado con titulares para calibrar cada revuelo.
En Salamanca ya queda menos Franco en el mural y más Torre del Aire. Tituló así una recopilación de artículos Torrente Ballester. La veía enhiesta desde su casa de la Gran Vía como testigo de una España en plena transformación. Decía que «las cosas solo dejan de existir cuando se deja de creer en ellas». El pudor de estos tiempos oculta la Historia mientras la política se esfuerza porque cuestionemos su existencia.