Jorge Francés - Ruido blanco
La golondrina
«Nuestra golondrina de papel espera aún sobre el mueble. Mirando hacia la ventana aguarda con la serenidad terapéutica de que hoy volar es posible»
Poco antes de los 99 días de pandemia oficial, medida tan exacta como los muertos oficiales, mi novia dobló con sus dedos suaves una golondrina de papel que anidó bajó el televisor. Desde entonces los elefantes de madera con la trompa levantada siguen mirando hacia la puerta de la casa para atraer prosperidad (una suerte de San Pancracio hindú ideal para agnósticos que se camufla como superstición laica) y la golondrina blanca hacia la ventana. El confinamiento le dio un sentido al origami y decidimos que fuera nuestra libertad enjaulada. Así el primer día sin estado de alarma, cuando se borraran otra vez las fronteras invisibles entre provincias, viajaría con nosotros a cualquier otra parte y allí la haríamos planear como primera victoria ante tanta muerte. Un homenaje a los que acabaron bajo tierra y ya nunca intentarán alcanzar el horizonte. Un atisbo de esperanza porque no fuimos uno de ellos. Una bienvenida cauta a la vida a séptica.
Ese primer día fue el domingo y no lo hicimos. Recuperamos aquella libertad que antes era costumbre pero no nos lanzamos al asfalto ni a los reencuentros responsables, ni siquiera con el primer mar de verano. Bastó con sentirla. No hizo falta todavía reconquistar sus límites porosos. Calma y libertad como la amistad verdadera, el calor distante de la compañía. Perderte un atardecer porque sabes que atardecerá mañana. Cuartillas dobladas buscando cielo. La libertad es «más hermosa que la golondrina atravesada por el viento» que escribió Huidobro.
Un pedazo de libertad en malos tiempos para ser libre. La sonrisa bajo la mascarilla que hace estéril el trayecto, que nos roba ese camino machadiano que es lo que en realidad importa cuando todos compartimos destino. La superioridad moral de la ignorancia que derriba y decapita la historia. La república intolerante que no conoce adversarios y solo hace enemigos. El miedo a los incautos y la amenaza de ruina. «Para la libertad», al menos un pedazo. Nuestra golondrina de papel espera aun sobre el mueble. Mirando siempre hacía la ventana aguarda con la serenidad terapéutica de que hoy volar es posible.