Jorge Francés - Ruido blanco

Conquista del desierto

«En un par de décadas, todo lo que no son ciudades será tierra vacía, que no muerta»

Fotograma de la película «Intemperie», de Benito Zambrano

La despoblación es como el cambio climático, llevan años avisándonos del desastre y la discusión se centra en si estamos a tiempo de evitarlo o ya es demasiado tarde. En un par de décadas todo lo que no son ciudades será tierra vacía, que no muerta; territorio olvidado, que no yermo. La llamada «literatura de la despoblación» es el espejo ante un futuro inevitable. Ficciones verosímiles para los desiertos demográficos de estadísticas y padrones. Está en los cines «Intemperie», basada en el libro de Jesús Carrasco. Un western ibérico en una España a la vez de postguerra y apocalíptica. Clase de historia y profecía al mismo tiempo. Porque como advertía Sergio del Molino en «La España vacía» si existe un nuevo apogeo de lo rural tendrá que ser como la conquista del desierto que bautizaron los norteamericanos o los argentinos aunque sin la resistencia de indios o araucanos. Aquí la lucha será contra nosotros mismos, contra lo que fuimos y decidimos dejar de ser porque la migración es una huída voluntaria en busca de oportunidades. Así, en esos poblados de estepicursores rodantes frustraremos la guarida de Manuel frente a «Los asquerosos» de Santiago Lorenzo. Una visión de lucidez aterradora donde el campo es un exilio, es la renuncia a la sociedad.

Portugal tiene un plan para luchar contra su despoblación, la que le sucede a un centenar de kilómetros de la playa, que para nosotros seguiría siendo costa. Acometerá una descentralización que llevará varias secretarías de Estado a municipios medianos. Si es imposible generar actividad económica privada en los pueblos extendamos hasta ellos el cálido abrazo del padre Estado. Un mundo rural subvencionado es la segunda traición irresponsable a las ansias de desarrollo de la tierra por ser tierra, que desde luego no supone adoptar funcionarios trasterrados. Sin embargo, al menos ellos tienen iniciativa. Anécdotas trágicas. Anclará el navío de Greta Thunberg en Lisboa y Extremadura le ofrece un coche eléctrico para llegar pura a Madrid, a la Cumbre del Clima. Será su enésima odisea, que en la dehesa no hay puntos de recarga.

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