Jorge Francés - Mirlo blanco

Caimanes de Castilla

«... El cocodrilo del Pisuerga será un explorador exótico investigando antepasados. Como andan los irlandeses a zanja abierta en Valladolid recomponiendo los huesos perdidos del rey O’Donnell»

HERAS

A esta tierra añeja el mundo viene a conocer su historia. Aquí casi todas las cosas pasaron ya antes. Las batallas y revoluciones, héroes y traidores, el esplendor y las pandemias. Para este viejo reino que descubrió las Américas con aquella ambición demiúrgica de renombrar lo que hasta entonces no tenía nombre, queda poco hueco para lo extraordinario. La búsqueda del cocodrilo del Nilo-Pisuerga es la atracción de estos días de extraña nueva normalidad. Los agentes con mascarilla buscan entre el graznido despreocupado de los patos y los vuelos acrobáticos de los vencejos. Hay drones para adivinar su peligrosa silueta oscura en las aguas turbias del río.

Nada parece increíble y no solo porque este 2020 andemos curados de espanto y tragedia. Aquí todo pasó antes, recuerden, y no hay más que apretar la memoria para desempolvar otros cocodrilos por lo ancho de Castilla, reptando entre la bruma que mezcla historia y leyenda. El más famoso cuelga en la Iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, aquel caimán del Sequillo que destrozaba el trabajo de los obreros que construían el templo. Dicen que lo cazaron haciendo que se reflejara en los espejos, el animal quedó absorto en su propia monstruosa fiereza. Hay más que llegaron como souvenir de indianos. En la Ermita de Sonsoles, en Ávila, se guarda un gran cocodrilo disecado que trajo un abulense de las Américas y logró matar de una sola estocada con la ayuda de la Virgen. El insigne soriano Fray Tomás (descubridor de las Islas Galápagos) regresó con «Ardacho», un caimán que cuentan se llegó alimentar de cadáveres del cementerio y ahora decora la Colegiata de Berlanga de Duero. Más misterioso es el origen del cocodrilo de Santiago de la Puebla, en Salamanca, donde durante una crecida del Margañán se tragó una niña del pueblo.

Así que el cocodrilo del Pisuerga será un explorador exótico investigando antepasados. Como andan los irlandeses a zanja abierta en Valladolid recomponiendo los huesos perdidos del rey O’Donnell. Aquí la historia consiste en repetir relatos. Solo queda pensar, si existe, dónde lo terminaremos colgando.

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