Jiménez Lozano: «Es una suerte ser de Ávila»

El escritor abulense asentado en el municipio vallisoletano de Alcazarén recibe en su casa la Medalla de Oro de su provincia

El escritor José Jiménez Lozano recibe de manos del presidente de la Diputación de Ávila, Carlos García, la Medalla de Oro de la provincia abulense ICAL

ABC

El olor de la infancia y el habla de la gente llana, la que nombra las cosas, fueron ayer evocadas por el escritor José Jiménez Lozano al recibir la Medalla de Oro de la Provincia de Ávila durante un acto celebrado en su domicilio de Alcazarén (Valladolid). «Gracias por haberme traído un poco el olor de mi infancia. Me ha rejuvenecido. Tengo la suerte de ser de Ávila», manifestó Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930) durante un breve, sencillo y emotivo acto celebrado en el jardín de su casa. Durante el acto, el presidente en funciones de la Diputación de Ávila, Carlos García, le entregó la medalla, la insignia y el pergamino acreditativos de la distinción acordada el pasado 27 de diciembre.

Ávila, añadió el Premio Cervantes 2002, es la segunda ciudad más alta del viejo continente y «quizá la más europea» por su estricto y documentado origen romano. «Me ha gustado, pero me ha sorprendido -sólo sabrán las razones quienes han decidido entregarme esta medalla- porque Ávila encierra toda mi infancia y las cosas viejas del idioma que, si algo tengo que ver con él, a ella se lo debo», apuntó durante un breve discurso de agradecimiento.

El habla de la gente llana ha sido la argamasa de una obra inspirada en la memoria, repleta de vivencias y levantada sobre voces reprimidas y seres preteridos, una narrativa universal pero arraigada en la provincia de Ávila, solar natal y morada cultural, donde nació a la vida y abrió los ojos a la literatura este narrador, ensayista y poeta.

Reeditar libros

«Nunca se puede expresar uno en un idioma ajeno», apostilló en referencia a las imposiciones que el inglés ha aplicado sobre el español a pesar de que éste «es el segundo idioma más hablado» en el mundo. Después de publicar recientemente «La querencia de los búhos», un conjunto de relatos, se encuentra «corrigiendo algunas cosas» y desveló el interés existente en reeditar algunos de sus libros.

En cuanto a la poesía, que también cultiva, se mostró partidario de la máxima horaciana que aconseja «dejar pasar nueve años para que sean buenos».

Lozano comparte con la ciudad de las murallas, no obstante, la condición de «oppidum in agris» que le asignó Jorge de Santayana (urbe en medio del campo), en su caso un escritor que desde hace décadas vive en un pueblo lejos de la estridencia literaria, cultural, política o social, informa Efe. La Medalla de Oro que recibió ayer, «como exponente máximo de los escritores en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX, según el acta de concesión que firmó el entonces presidente de la Diputación, Jesús Manuel Sánchez Cabrera, refleja en sus símbolos rasgos de la escritura de Jiménez Lozano. La fortaleza y perdurabilidad, la naturaleza como referente y medida del ser humano, la historia convertida en lección permanente, y la conexión entre orillas del pasado y el presente, se identifican con el Castillo (Arenas de San Pedro), la Corneja (Piedrahita), Caballero (Arévalo) y Puente (El Barco de Ávila), que ilustran algunos de los cuarteles del escudo provincial como símbolos de sus partidos judiciales.

Sin perder el buen humor y su mirada afilada a la realidad que nos rodea, el autor de «El mudejarillo» manifestó la «sorpresa» que le produjo esta distinción, ya que «no es algo que uno se haya ganado con estudios o descubrimientos, sino que es por las buenas». «Las razones para otorgarlo solo las sabe quien la concede, lo diga o no», añadió, antes de reconocer su satisfacción por esa decisión: «Me gustó, porque Ávila evoca toda mi infancia», insistió quien también es Hijo Adoptivo de la ciudad de Ávila desde el año 2012. Por su parte, el presidente de la Diputación de Ávila, que estuvo acompañado por otras autoridades como el diputado de Cultura, Eduardo Duque, o el director de la Institución Gran Duque de Alba, Maximiliano Fernández, manifestó su «orgullo» por rendir este «humilde reconocimiento» a quien, «a través de su pluma» ha sido «uno de los grandes exponentes de la literatura española del último medio siglo».

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