8M: Día Internacional de la Mujer
Jaque a la brecha de género: las mujeres conquistan sectores ‘masculinizados’
ABC recopila cinco historias laborales que luchan por ser inspiradoras y abrir camino a otras profesionales

Su tesón les abrió camino en profesiones que tradicionalmente tenían rostro de hombre. Los tiempos han cambiado y ellas, conscientes de lo afortunadas que son por disfrutar de su trabajo, utilizan todos los medios a su alcance para visibilizarlo: «Saber que es posible ya es ... un avance para futuras generaciones».
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«Que los niños nos vean en las intervenciones y en el camión ya es muy importante»
Su «cabezonería» y tesón le han llevado a ser una de las dos primeras mujeres bomberas de Castilla y León. «Yo lo he tenido en casa desde pequeña. Con 6 años ya dije que quería ser bombero como mi papá», recuerda Isabel Villán , y rememora que entonces, hace 20 años, eso «chocaba mucho». «Me decían que yo no podía serlo porque las chicas no podían dedicarse a eso», explica. Pero ella siempre se preguntaba «¿por qué no? Si yo soy inteligente, valiente, me gusta el deporte y corro lo mismo que mis compañeros chicos». Siempre tuvo también apoyos, incluido el de su familia, que lo que sí le dijo fue que «primero estudiase una carrera porque la oposición es complicada, tanto para hombres como para mujeres». «Habrá quien haya renunciado, pero yo me siento muy afortunada por haber cumplido mi sueño», indica, y lo hizo tras cuatro años opositando y tomando posesión de su puesto en 2020, el mismo año en el que entró en los bomberos del Ayuntamiento de Palencia su compañera Laura González.
«Parece increíble, pero somos las dos únicas bomberas que hay en Castilla y León», lamenta. Y es que en otras autonomías como País Vasco, Cataluña o Madrid es mucho más común ver mujeres en esta profesión. «Nosotras no teníamos ninguna referencia, no sabíamos qué condiciones nos íbamos a encontrar al entrar», explica sobre la incertidumbre vivida en los momentos iniciales. Pero la respuesta y el recibimiento fue de lo más satisfactorio. «La actitud de los compañeros fue maravillosa, nos apoyaron desde el primer momento y nos tratan como uno más» en un puesto en el que desempeñan las mismas labores que sus compañeros hombres.
Con muchos de ellos coincidieron durante la preparación de las pruebas y ya les sirvió «para hacer piña», también durante la formación práctica. «Te ven con voluntad, ganas y esfuerzo y se dan cuenta de que tú estás ahí para arrimar el hombro igual que cualquiera», indica.
Apenas había chicas como aspirantes en las oposiciones de 2016, pero «en los últimos años sí se ha notado que hay más mujeres opositando para el puesto», relata Isabel, cuya trayectoria ya puede servir de ejemplo. «Más que decir a las chicas que se plantean ser bombera, lo importante es que nos vean. Cómo trabajamos, cómo participamos en las intervenciones y subimos al camión. Que los niños vean esto ya es importante», asegura. «Saben que es posible y con eso ya hemos avanzado para las próximas generaciones», asegura.
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«Hoy en todos los servicios policiales hay mujeres y lo hacen en igualdad y sin problemas»
Hace 38 años que Julia González accedió a la Policía Municipal de Valladolid . Se presentó en una de las primeras oposiciones que reservaban plazas para mujeres y en 1984 entró en un cuerpo en el que ya había alguna agente. Y es que la capital vallisoletana fue la tercera ciudad que contó con féminas entre sus filas hace ya cinco décadas. «Fueron las pioneras y gracias a ellas las demás seguimos la ruta», explica la que hoy es jefa de la Policía Municipal vallisoletana, que decidió ingresar por la experiencia de un agente veterano que conoció y porque le gustaban las series de televisión en las que las mujeres tenían ya un papel destacado en los cuerpos de seguridad. «¿Y por qué no voy a poder serlo yo?», se preguntó cuando ya había cursado dos años de la carrera de Derecho, estudios que finalizó estando ya en el cuerpo.
Y una vez dentro, la cuestión fue: «¿y si voy promocionando?» y lo fue, escalando hasta llegar a lo más alto, donde hoy está, el máximo cargo de la Policía Municipal y en el que va a cumplir ya ocho años. Por el camino del ascenso, «pocas mujeres», reconoce. Tan sólo una en uno de los procesos. Ahora, en las nuevas plazas de ingreso, alrededor de un 14 por ciento son aspirantes femeninas, el mismo porcentaje que mujeres dentro del cuerpo -60 de unos 400 agentes-. «Tenemos que difundir el trabajo de la mujer en la Policía Municipal, que se conozca, que los niños también lo vean porque una mujer puede ser lo que quiera y policía, por supuesto, también», defiende tras explicar que cuando acuden visitas escolares a las instalaciones son pocas las niñas que reconocen querer ser en el futuro agentes como ella.
«Si somos el 50 por ciento, tenemos que tener una representación similar en todos los ámbitos de la vida», expresa González, que en estos cuarenta años se ha «encontrado de todo», apoyos y detractores. «Al principio parecía que estábamos quitando el trabajo a los demás», pero «no hubo grandes dificultades en la plantilla, hubo mucha adaptación». Una acomodación que hoy es plena. «En todas los servicios policiales hay hoy mujeres, patrullan, van en moto... Y desempeñan su actividad en igualdad y sin ningún problema», considera González, quien ha vivido los años «más duros» en el cuerpo en los últimos años al mando. Por un lado, por el número de vacantes que se han tenido que afrontar con el adelanto de las jubilaciones y con una pandemia desconocida hasta la fecha. «Lo hemos dado todo».
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«La soldadura es un sector con salida profesional también para las mujeres»
Con 16 años dejó aparcada su intención de estudiar peluquería y optó, animada por una profesora, por estudiar un grado medio de Formación Profesional de soldadura y calderería . Desde niña, con el ejemplo de un padre dedicado a la cerrajería, le habían gustado las herramientas y las máquinas que veía por casa y decidió probar suerte trasladándose de Ávila a Valladolid para cursar algo que desde el principio «le gustaba».
Nada más terminar un ciclo en el que no se encontró con ninguna mujer en clase, vislumbró buen futuro laboral y comenzó a trabajar en cerrajería. Primero en obra y más tarde en producción de piezas para el sector automovilístico. Pensando ya más a largo plazo regresó después al instituto vallisoletano Juan de Herrera para cursar el grado superior de Construcciones Metálicas. Al terminar y, pese a que entonces llegó la crisis, no faltaron las ofertas. «He estado poco tiempo en paro. Había empresas que se ponían en contacto conmigo sin que yo hubiera mandado el currículum», explica Mónica González, soldadora y profesora de Fontanería y Calefacción. Y es que la soldadura es un área «con salidas profesionales también para mujeres». De hecho, puede que «no podamos competir en fuerza, pero para los acabados las chicas son mucho más delicadas», expresa. Por ello, anima a las jóvenes a interesarse por la soldadura y dedicarse a un sector del que ella «no tiene quejas».
Sin recibir comentarios despectivos en su faceta profesional a lo largo de más de diez años, sí asegura que «cuando a alguien no le importaba que una mujer trabajase, se notaba; pero cuando les importaba, también». Decidió dar un giro a su carrera y ahora se dedica a la docencia en un curso de acreditación profesional de Fontanería y Calefacción en Segovia, desde donde también se ocupa, en parte, a impartir lo que le más le gusta, la soldadura.
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«Utilizo las redes sociales para que se vea lo normal que es que una mujer lleve un camión»
Oti Cabadas tiene en Instagram y en Tik Tok el alias ‘cocotruckergirl’ , donde suma más de 20.000 y 273.000 seguidores, respectivamente. Creó ambos perfiles, explica, para «que la gente vea lo normal que es que una mujer pueda llevar un camión». Sube fotos y vídeos de los lugares por los que pasa y cargando y descargando «porque hay gente que desconoce ciertos trabajos y a lo mejor viéndote se motiva. Sigue habiendo desconocimiento de que la mujer pueda realizar este tipo de trabajos, y no sólo nosotras, también cualquier joven, ya que se ha ido perdiendo esa profesión que pasaba de padres a hijos».
Esta palentina lo tuvo claro desde que tenía 22 años. «Conocí este mundo por mi pareja y me enganchó». De ello han pasado ya más de 15 años y el sector ha evolucionado. Ya no se giran cuando la adelantan en la carretera. En Castilla y León casi un 10 por ciento de mujeres tienen carné de camión, a mucha distancia aún de autonomías como Valencia y Andalucía, donde superan el 20 por ciento, pero van creciendo. ¿Lo peor de su profesión? El «trato» por lo general de las empresas cargadoras. También no contar con áreas de servicio preparadas ni aparcamientos seguros, pero insiste en que es una discriminación al sector en general: «En mi día a día soy una más entre mis compañeros». ¿Lo mejor?: «Tener la libertad de cada día estar en un sitio. Me encanta mi profesión y soy feliz trabajando».
Aún así, recuerda como «duros» los comienzos: «No tenía a familiares vinculados al sector y lo desconocía por completo. Empecé de menos cero». A día de hoy esta transportista «principalmente de cerveza» se siente afortunada y «en principio» no contempla bajarse del camión, al menos a corto plazo, aunque no cree que sea una profesión «para toda la vida» porque «es un trabajo que desgasta mucho». En este sentido, reconoce las dificultades para conciliar, sobre todo cuando, como ella, te dedicas a hacer rutas nacionales: «otra cosa son las rutas internas. Tengo amigas que hacen sus ocho horas y atienden a sus hijos». No obstante, se siente «afortunada» porque por lo general «los fines de semana vuelvo siempre a casa».
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«Yo no ayudo en las labores del campo; trabajo en él»
Desde que tiene uso de razón, Míriam Delgado se recuerda subida a un tractor, pero fue en 2015, poco después de cumplir la mayoría de edad, cuando se puso al frente de la explotación ganadera familiar al jubilarse su tío. Luego llegó la retirada de su padre y junto a su hermano asumió también la actividad agrícola.
Dice esta burgalesa de ahora 26 años que nunca se ha sentido discriminada directamente en el sector, aunque «sí» le ha llegado algún comentario machista. Alcaldesa de su pueblo (Villaquirán de la Puebla) desde 2019 creó en Instagram el perfil ‘Jóvenes Agricultoras’ para visibilizar su profesión: «Yo no ayudo en las labores del campo; trabajo en él», remarca antes de exponer las dificultades por las que pasa ahora el sector por la inflación que arrastran los costes de producción y la sequía: Pide por ello más apoyo a las administraciones, aunque dice que no le detendrá de hacer lo que más le gusta. «Disfrutar con tu trabajo no tiene precio», asegura.
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