Ignacio Miranda - Por mi vereda

Intrahistoria del clima

Los colaboradores de la Agencia Estatal de Meteorología completan con sus anotaciones la función de los observatorios y, además, aportan el valor estadístico de largas series históricas

Ignacio Miranda

En plena era digital del iPad y soportes de similar jaez, los otros hombres y mujeres del tiempo siguen apuntando los datos a diario en su libreta, entre asientos y estadillos. El poderío del bolígrafo y el papel al raso. No salen en televisión entre mapas de isobaras y fotos de ortos o atardeceres, pero realizan un trabajo altruista muy relevante en más de 3.000 puntos de la geografía española para recoger información en sus estaciones termopluviométricas. Los colaboradores de la Agencia Estatal de Meteorología completan con sus anotaciones la función de los observatorios y, además, aportan el valor estadístico de largas series históricas esenciales para estudiar el clima.

Uno de ellos es Luis Manuel Sanz Rodríguez, que cada jornada mide temperatura, lluvia, presión, humedad y dirección del viento, entre otros parámetros, desde la localidad burgalesa de Hontoria de Valdearados, en la Ribera. Su familia empezó el compromiso en la década de los sesenta y ahí sigue él, en un férreo ejercicio de rigor y autodisciplina, para registrar los fenómenos de la atmósfera. Sin vacaciones ni festivos. En días de labor o feriados durante medio siglo. Ahí es nada. Recientemente, ha sido galardonado por la Agencia por su abnegado esfuerzo como uno de los observadores más veteranos.

En 1911, el entonces director de la Oficina Central de Meteorología reparó en la necesidad de ampliar la red profesional de observatorios con voluntarios distribuidos por el territorio. Un perfil de lo más variopinto por donde han pasado maestros, religiosos, ingenieros y, por supuesto, hombres de campo como agricultores y ganaderos, a menudo capaces de escrutar también el comportamiento de plantas y animales ante las alteraciones atmosféricas. En definitiva, reconforta comprobar que en este país tan proclive a modificar todo, especialmente lo que funciona bien, siga en uso esta tupida urdimbre de colaboradores que son nuestra intrahistoria meteorológica, nuestra infantería del clima. Fetén.

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