El verano en Castilla y León

La independencia de Goya

La Sala de Exposiciones de la Casa Revilla acoge la muestra del pintor español

Imagen de la exposición «Goya. Los desastres de la guerra» ICAL

«Goya fue el primero en pintar al pueblo derrotado como vencedor», dice el historiador, crítico de arte y ensayista Francisco Calvo Seraller sobre su tocayo. Sin embargo, de lo visto en los 80 grabados que desde el pasado jueves y hasta el 28 de agosto pueblan las paredes de la Casa Revilla no se aprecia a ningún vencedor. Más bien, todo lo contrario.

De manera calcográfica, con la punta seca, en aguafuerte o con aguatinta, la imagen que llega al espectador es la de Goya en su etapa más oscura, dramática y llena de pesadumbre. De ahí que en su conjunto estas obras reciban el nombre de «Pinturas negras». En plena Guerra de la Independencia y como encargo del general Palafox, el pintor español tuvo que acudir a los Sitios de Zaragoza para inmortalizar con su tinta las barbaries que habían acontecido en la ciudad de la Virgen del Pilar. Lejos de amedrentarse por la cercana presencia del enemigo, Goya calcó una y otra vez los continuos abusos, desgarros, castigos, vejaciones y penurias que presenció, en muchas ocasiones, como testigo directo de los hechos.

En relación con esta visión desgarrada del autor, el crítico francés Pierre Gassier señalaba antes de morir que en «Los desastres de la guerra», los grabados reflejan las características más profundas del Goya más personal: vigor, humor negro, sátira mordaz, sus sueños, sus obsesiones y su vitalidad. Dividida en tres etapas, la exposición se estructura en torno a la guerra, sus consecuencias y su crítica hacía los conflictos bélicos. La primera serie, que consta de 47 obras, se centra en mostrar la guerra tal y como es. El terror, el miedo y los personajes desfigurados son el patrón que sigue el maestro para enseñar la cara más terrible del conflicto entre españoles y franceses. En segundo lugar, Goya opta por desvelar lo que ocurre después de que termine la batalla. El hambre, la soledad y la relación de la Iglesia con el pueblo llano.

Por último, en la tercera etapa, del grabado 65 al 80, se aprecia una reflexión social y política muy negativa. De esta manera, el pintor cierra su «alegato contra la crudeza de la Guerra de la Independencia española» en 80 dibujos.

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