Antonio Piedra - No somos nadie

¿Indecisos?

«Ayer, día de reflexión, se daban cifras altísimas sobre el voto decidido en medios escritos y digitales»

Antonio Piedra

Pocos. Ayer, día de reflexión, se daban cifras altísimas sobre el voto decidido en medios escritos y digitales. Así que esa milonga de que la gente estamos in albis, sin saber qué hacer, a qué atenerse o a quién votar, suena a un ataque de cuernos que sufren algunos políticos porque el elector no sonríe lo suficiente. Y es que los tiempos en los que el diablo rezaba para engañar al votante quedan tan lejos como la fortuna del tiñoso que cree tener la cualidad del corcho. En política aquí ya nadie flota. Todos sabemos la mentira y la verdad específica de cada uno. Razón por la cual esta noche se irán a pique muchos políticos y algún partido.

La campaña de Pedro Sánchez ha sido amarga. Tanto que hoy pueden ocurrir dos hechos : o pernocta en Moncloa con Iglesias y Rivera, o se va directamente con el músico callejero con pegatina de Podemos porque, según él, «lo mejor de la campaña es el contacto con las personas de la calle». Y todo por no leer novela picaresca. De haberlo hecho, sabría que los pícaros huían de cualquier tripartito como del fuego: «del humo, de la gotera, y de la mujer vocinglera». Qué desgañite el suyo hasta quedarse sin voz, cuánto humo derrochado hasta el insulto caníbal, y qué repaso a la corrupción ajena por gusto. En su casa las goteras son tan constantes que horadan la piedra y se alumbran con eres y parné hasta para «asar una vaca».

De la campaña de Ciudadanos queda un airecillo, una lipotimia . No parece Ciudadanos, sino el perfil desmayado donde se diluyen las ilusiones a media luz. Menos mal que el viernes anunció Rivera algo claro: que nada con Podemos ni con populismos venezolanos a la griega. ¿Y de Podemos? Después del hostión a Rajoy en Pontevedra -propinado por una de las criaturas del podemismo impune-, nos resta lo de siempre en campaña popular: radicalismo pasado por la túrmix con destino a tragaderas delicadas, becarios de Bankia que experimentan con el leninismo sobrante del XX para hacer el caldo gordo al comunismo del XXI. Y a partir de esta esencialidad inconfundible, lo demás se reduce a impostura a la carta porque la trola en burra, Lenin dixit, es una arma revolucionaria.

¿Y Rajoy? Para muchos votantes es como el misterio de la Santísima Trinidad : siempre en su ser en campaña agresiva o placentera. Lo cual, en los tiempos de incertidumbre que corren, apunta a un equilibrio que da votos. O sea, que tiene la virtud y el pragmatismo de los grandes fumadores como Chesterfield que, como todo el mundo sabe, fabricaba cigarros con filtro y sin filtro por dos razones. Porque hacía felices a unos, y porque con el mismo dinero facilitaba estabilidad emotiva a otros. Que gane hoy o pierda en solitario o en coalición, Rajoy se fumará un puro: «hasta aquí hemos llegado». ¿Y España? Dependerá de lo infumable que, saludablemente, quieran evitar los españoles.

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