Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Valerosa Margarita

«Antes juez que política, mujer con sólida formación intelectual y jurídica frente a las lacrimógenas biografías de Montero´s, Lastra´s y semejantes»

Ignacio Miranda

Salvador Robles, abogado natural de la villa leonesa de Mansilla de las Mulas que riega el Esla en su feraz vega, quería que su hija mayor, responsable y buena estudiante, cursara Derecho para opositar a notaria o registradora de la propiedad. Margarita contentó a su padre en lo primero, pero después se decantó por la carrera judicial. Allá por 1981, tras licenciarse en la Universidad Central de Barcelona, la actual ministra de Defensa, con apenas 25 años, logró el número uno de su promoción y se convirtió, de facto, en la cuarta juez de España. Sus primeros destinos fueron los juzgados de Balaguer y San Feliu de Llobregat, donde jugaba con la ventaja de conocer el catalán. Luego estuvo en Bilbao pero retornó de nuevo a Barcelona para presidir, en 1991, la Audiencia Provincial. Todo un hito entonces, al tratarse de la primera mujer en dirigir este órgano judicial.

Sus ascensos no pararon ahí. Poco después, sin el mantra de «lo que valgo por ser mujer», Margarita logró ser una de las magistradas que alcanzaron pronto el Tribunal Supremo, donde hoy la vallisoletana María Luisa Segoviano se ha hecho cargo, por primera vez en la historia, de una sala, la de lo Social. También puede presumir en su brillante trayectoria de haber sido pionera en otras dos responsabilidades: primera mujer en presidir una sala de la Audiencia Nacional, en 1996, y en ser vocal del Consejo General del Poder Judicial. No dejemos al margen su primera incursión en política de la mano de Juan Alberto Belloch, en los procelosos años del tardofelipismo, donde lidió con aseo y soltura miuras tan aviesos como la fuga de Roldán o los fondos reservados, mientras se esforzaba por aclarar la verdad del caso Lasa, Zabala y los sacos de cal viva.

Porque antaño y ahora, por encima de todo, Margarita Robles es antes juez que política, mujer con sólida formación intelectual y jurídica frente a las lacrimógenas biografías de Montero´s, Lastra´s y semejantes, ministra con sentido de estado ante el insolente oportunismo de Iván Redondo que envenena a casi todos los compañeros de tan vasto gabinete. En los últimos días, fiel a su estilo independiente, que para eso carece de carné de partido, ha sido de nuevo el mirlo blanco del Gobierno al salir a defender valerosa a Felipe VI, ante las acometidas de Iglesias, Garzón o Rufián. «El rey está representando magníficamente su papel, con neutralidad política», reconoce Robles, quien insiste en que la Constitución regula la convivencia y, dentro de ella, la corona es un algo esencial que proporciona solidez al país. La disyuntiva no es monarquía o república -por supuesto bolivariana- , sino la continuidad del actual estado de Derecho o caer en el abismo ruinoso-populista sin ley ni libertades. No hay más.

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