Ignacio Miranda - Por mi vereda

Esa pandemia silenciosa

En España, cada año mueren más de 3.000 personas por patógenos que no ha podido ser tratados exitosamente con antimicrobianos.

Cápsulas de medicament PIXABAY

Hay noticias relevantes de inusitado interés que pasan con bastante más pena que gloria. Hechos que no ocupan titulares a cuatro columnas ni acaparan minutos en los programas de máxima audiencia de nuestra decadente televisión. Contra el monográfico diario sobre el coronavirus es harto difícil luchar. Nos movemos entre la variante delta y la ómicron, la tau y la omega que ha de llegar antes del día de Juicio, los vacunódromos repletos de gente y los negacionistas crecidos ante una cifras de contagio cada vez más difíciles de interpretar. Pero existe un fenómeno inquietante que preocupa desde hace tiempo a científicos y sanitarios de todo el mundo, porque no va de broma: la resistencia a los antibióticos.

Casi un siglo después de que Alexander Fleming descubriera en un laboratorio de Londres cómo un hongo de la especie Penicillium notatum era capaz de combatir diferentes bacterias, en uno de los hitos más significativos de la historia de la medicina que empezó a salvar millones de vidas muy poco después, desde la II Guerra Mundial, el avance se ve amenazado. No se trata de caer en el amarillismo absurdo ni en planteamientos alarmistas carentes del mínimo rigor científico, pero todos sabemos que una utilización inapropiada reduce su efectividad. En España, cada año mueren más de 3.000 personas por patógenos que no ha podido ser tratados exitosamente con antimicrobianos. Según las previsiones de la OMS, la cifra seguirá aumentando y, de no atajar su incidencia, en la década de 2050 habría en el planeta 10 millones de muertes al año ocasionadas por este problema, es decir, más fallecimientos que el cáncer. Además, de persistir el fenómeno, acciones como una cirugía compleja, un tratamiento de quimioterapia o los trasplantes podrían ser imposibles en un corto período de tiempo, e incluso las intervenciones rutinarias podrían convertirse en procedimientos de alto riesgo. Sin duda, U completo desafío a la medicina moderna y a la salud pública.

Las bacterias resistentes llegan a los seres humanos a través de los alimentos, el medio ambiente -agua, suelo, aire- o por contacto directo entre animales y personas, una prueba más del todo que formamos humanos, animales y medio ambiente, el tan de moda paradigma ‘Una Salud’. También influye este hecho, y en apenas unos años, entre 2014 y 2018, el uso de antimicrobianos en el sector pecuario se ha reducido un 59 por ciento gracias a un plan específico. El Colegio de Veterinarios de Valladolid ha celebrado una jornada formativa sobre cómo optimizar su empleo en rumiantes. Los tres ponentes han destacado la importancia de las medidas preventivas -bioseguridad, vacunas, higiene, cuarentenas...- y un criterio responsable que garantice su eficacia terapéutica: tan poco como sea posible, tanto como sea necesario. Sanitarios y científicos ya describen la resistencia a los antibióticos como la pandemia silenciosa del siglo XXI. Pues entonces: voz, difusión y sentido común.

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