Ignacio Miranda - Por mi vereda
Mayo, junio, julio
«Más que un partido, Ciudadanos se veía como un «Melrose Place» en naranja de guapas y resultonas, de imberbes sin barba pero con pantalones de pitillo, todas y todos impolutos,»
Nos vendieron la moto de la regeneración, como palabra mágica para resolver todos los males de nuestra democracia. Nos vendieron la burra de la superación del bipartidismo, con tintes liberales e ilustrados. Nos vendieron el mantra de la modernización de las estructuras del estado, obsoletas e ineficientes, para prestar un mejor servicio a los ciudadanos. Nos hablaban de la necesidad de reducir burocracia, de estimular la mentalidad emprendedora entre los jóvenes para fortalecer un tejido empresarial comprometido con la innovación. Nos repetían letanías sobre una sociedad civil robusta, para vertebrar la participación de los españoles en la vida pública alejados de los grandes partidos. Nos cantaban milongas sobre un modelo territorial justo, sin privilegios, para evitar sangrantes agravios entre compatriotas según su lugar de residencia.
Sonaban fetén la música y la letra. De la elocuencia innata de Albert Rivera al talento de Juan Carlos Girauta, pasando por el desparpajo plurirregional de Inés Arrimadas. Parecía que había equipo. E incluso banquillo. Más que un partido, Ciudadanos se veía como un «Melrose Place» en naranja de guapas y resultonas, de imberbes sin barba pero con pantalones de pitillo, todas y todos impolutos, de tal manera que en nuestra versión de Castilla y León desentonaban el gesto hosco de Paco Igea y la pobreza dialéctica de Luis Fuentes. Luego vinieron marrones como el fichaje de Silvia Clemente, el divismo del líder barcelonés al no facilitar la gobernabilidad, los devaneos propios de la veleta... Brutal castigo electoral, bluff consumado y a otra cosa, mariposa.
Con el partido hecho unos zorros, la diputada por Valladolid Soraya Mayo perdió su acta. De acuerdo con los principios de Cs, ya que la política ha de ser una actividad vocacional, de duración limitada y que evite las puertas giratorias, cabía pensar que la joven volvería a su actividad anterior en la Asociación de Trabajadores Autónomos. Ahora sorprende su designación como subdirectora de investigación del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL), uno de los chiringuitos que su partido aspiraba a eliminar como ejemplo de Administración B de enchufados. Puede ser que la nueva responsable posea unos conocimientos agronómicos y zootécnicos que desconozcamos. El consejero se apresura a justificar el nombramiento. Mala señal. Cs insiste en que no ha influido para nada en el apaño. Claro que también defendió la supresión de las diputaciones hasta que llegó a presidirlas y a pillar cacho. Cualquiera lo cree con semejantes antecedentes. Mayo, junio, julio... Pasan los meses y persiste incorregible el vicio de utilizar la libre designación para colocar a los afines, no a los mejores. En el latifundio y en el minifundio, en secano y en regadío, en extensivo y estabulado. Pues eso, regeneración.