Ignacio Miranda - Por mi vereda

Que lo investigue Villarejo

«Al margen de mordidas y paraísos fiscales, hemos pasado del tirón de bolso por parte de un yonqui, o la sustracción de galgos y cobre, al robo de sofisticado instrumental médico»

HERAS

Lo siento de veras por el bueno de Paco Igea, que lleva una semanas de antología en su lucha contra los elementos de diversa naturaleza. Varios frentes abiertos sin que amaine la tormenta. También por su compañera de gabinete la doctora Casado, que con la vía de agua de la reordenación de consultorios rurales, aunque solo sea en la comarca de Aliste, parece que el singular río zamorano de caudal modesto se desborda y cabrea a la opinión pública. Desde los menús fríos del personal sanitario de guardia, las cosas van de mal en peor. Sus caras ya son un poema. Esta semana, para más inri, asistimos al robo de endoscopios a plena luz del día en el Hospital Río Hortega de Valladolid, de manera que ya no es que crezcan los enanos: es que los elefantes vuelan y las ardillas embisten en ese monstruo ingobernable del Sacyl.

Según ha trascendido, la sustracción de este material, valorado en casi 250.000 euros, ocurrió a media mañana en el Servicio de Aparato Digestivo. Tres individuos de aspecto latino -ignoro si de banda de latin kings o como aquellos «Cinco Latinos» que lideraba Estela Raval con su balada de trompeta-, provistos de pinganillos para comunicarse entre sí y situados estratégicamente mientras duraba el avío, se apropiaron de doce endoscopios en su santiamén. Sucesos similares ya han acaecido en hospitales de Burgos, León, Palencia y Salamanca pero, ojo, de noche.

Las sospechas recaen en una banda organizada que vende los aparatos a menor precio en el mercado de negro de países del Este, norte de África y Sudamérica. Las cifras reflejan un uso generalizado de la endoscopia como técnica diagnóstica, pues cada año el 8 por ciento de la población se realiza una. Ya casi va más gente a hacerse la prueba que a misa. Una muestra más del poderío de nuestra sanidad. A la hora de arramplar, lógicamente, también se percibe el modelo del bienestar. Al margen de mordidas y paraísos fiscales, hemos pasado del tirón de bolso por parte de un yonqui, o la sustracción de galgos y cobre, al robo de sofisticado instrumental médico. De lo carpetovetónico a la alta tecnología, del Vaquilla a chorizos trajeados. Por favor, que lo investigue Villarejo.

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