Ignacio Miranda - Por mi vereda
Greta y la otra intrahistoria
Pues resulta que Greta Thunberg pisó suelo español por Fuentes de Oñoro . Por la raya. Casi ni nos hemos enterado. La adolescente sueca, que parece una nieta inexpresiva de los componentes de Abba con melena trenzada, anduvo un par de días por Lisboa. Al anochecer del jueves, subió al Trenhotel Lusitania que enlaza cada madrugada la capital portuguesa y Madrid. Nueve horas de viaje con sus padres, en coche cama, en los que pasó por Ciudad Rodrigo, Salamanca, Medina del Campo y Ávila . Luego ya vimos en las televisiones la llegada triunfal a Chamartín con un despliegue masivo de fotógrafos, periodistas y policías que no cabían en el andén. Antes esto sólo pasaba en la boda de Lolita , a la que el pueblo fiel se invitó solo. Ahora, entre el poder de las influencers y el gregarismo de los fans, la respuesta de la gente se nos va de las manos.
Si la joven hubiera efectuado este recorrido ferroviario de día, habría visto las dehesas del Campo Charro con vacuno manso y bravo pastando la otoñada, los regadíos modernizados de La Armuña , el cauce seco del Zapardiel , nuevas plantaciones de pistacho, huertos solares, los embalses que abastecen a Ávila bajo mínimos y aerogeneradores hacia la sierra. Cara y cruz del cambio climático, un fenómeno que presenta indicios innegables, pero que tampoco puede llevarnos a una visión apocalíptica carente de rigor científico. La apuesta por el ahorro de agua, el bienestar animal en la ganadería, la valorización de los residuos y las energías renovables conforman una realidad en nuestra tierra, sin necesidad de que nadie de fuera venga a contar monsergas y hacerse selfies.
Pero no interesa esa otra intrahistoria de agricultores que cuidan la tierra, ganaderos que producen en ecológico y defienden las razas autóctonas, propietarios forestales que mantienen limpios sus montes y los repueblan, o cazadores que actúan para evitar la superpoblación de determinadas especies de fauna. No vende ni tiene tirón la labor de esas gentes que cuidan el medio ambiente jornada tras jornada, estación tras estación. Aquí lo que mola es la presencia de Greta como icono en la Cumbre del Clima , incluida su presencia al final de la manifestación, mano a mano con Javier Bardem . Porque no hay protesta progre, oiga, cuya reivindicación no sea enarbolada por algún integrante de tan insigne familia de artistas. Y ya, como colofón de tamaño desvarío friqui, la Universidad de Burgos programa un concierto de violín en homenaje a la activista, con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica . De los motivos y méritos nada se sabe. ¡Vivir para ver!