Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Entre el genio y el ingenio

«Hay diversas maneras de envejecer, desde la vocación de ranero inquieto a la de amasar una fortuna a base de comisiones, mordidas y dentelladas, caso de Jordi Pujol»

Ignacio Miranda

Llevamos ya unas cuantas semanas sin rastro del cocodrilo, caimán o similar que avistaron en el río Pisuerga aguas abajo de Simancas un biólogo molecular y un policía municipal, entre otros testigos. Una ausencia que resulta extraña, pues con el calor del estío debería salir a tomar el sol entre los juncos y las espadañas de la ribera, o protegerse a ratos a la sombra de los álamos, como los humanos se sientan en una terraza para tomar el vermú y una de gambas. Hace unos días, en cambio, nos topamos un suelto en los periódicos que sonaba a inocentada de estío, pero no es así, porque la intrahistoria de la España cañí no deja de dar memorable titulares.

Según ha informado la Guardia Civil de León, una patrulla del puesto de Santa María del Páramo sorprendió in fraganti, junto a una acequia de riego en la localidad de Laguna Dalga, a un hombre que había pescado ranas hasta alcanzar la nada desdeñable cifra de 69 ejemplares. Al hallarse vivas en el momento de la incautación fueron devueltas al agua. Hasta ahí, la noticia no reviste mayor interés. Pero luego se precisa un dato del pescador furtivo que te deja atónito: 92 años. A una edad en la que otros no pueden con el alma, él se va solito al campo en su coche a preparar el aparejo. Y esa condición senil dificulta la movilidad, de manera que utilizaba una caña teléscópica para llegar a los anfibios, sentado plácidamente dentro de su vehículo. ¡Viva el genio y el ingenio!

Hay diversas maneras de envejecer, desde la vocación de ranero inquieto a la de amasar una fortuna a base de comisiones, mordidas y dentelladas, caso de Jordi Pujol, que ya va camino del banquillo con su familia y un clan de mamporreros, más que de colaboradores, por organización criminal, blanqueo de capitales, delitos contra la Hacienda pública y falsedad documental. Dos perfiles muy distintos de ancianos de la misma edad. La normativa prohíbe la pesca de ranas en Castilla y León ante el declive de su población, amenazada por la desaparición de charcas y humedales, un virus que mata a los renacuajos, y la creciente presencia de cigüeñas, garzas o cangrejos que las zampan con fruición. Languidece así una pesca antigua, minoritaria y singular, que llevaba a los restaurantes el cotizado manjar de sus ancas. Con independencia de la sanción, el nonagenario debería tener la opción de plasmar toda su pericia y conocimiento sobre la captura del batracio en un libro. El saber no ocupa lugar. Su valiosísima experiencia no se puede desperdiciar. Y seguro que lo suscribe hasta el juez Calatayud.

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