Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Ecologismo de pitiminí

«Cuando prevalece un concepto talibán del medio ambiente donde el hombre siempre estorba, cualquier obra encaminada a almacenar agua suena a aberración franquista»

Ignacio Miranda

Tenía el firme propósito de no dedicar ni una línea más a la cansina Cumbre del Clima. Tras el aquelarre en Cibeles con Javier Bardem insultando al alcalde de Madrid, y la canonización civil de la adolescente Greta, pensaba que el evento no daba más de sí. En absoluto. Ha continuado toda esta semana gracias a la omnímoda presencia de reatas de cuentistas que no sabemos si trabajan o estudian. Todo ad maiorem gloriam de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que no se preocupa del llenado de Castrovido ni del proyecto las balsas de la zona regable del Órbigo, paralizado desde que ocupa esta cartera. Aunque claro, cuando prevalece un concepto talibán del medio ambiente donde el hombre siempre estorba, cualquier obra encaminada a almacenar agua suena a aberración franquista.

Entre los contenidos científicos explicados estos días, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha expuesto un informe centrado en el descenso de la población de conejo en el agro hispano, al que ve en un riesgo de extinción similar al del lince ibérico. Han leído bien. Y por ahora solo ha cuestionado su veracidad la organización agraria Asaja, a la que están atizando con vehemencia en las redes. Lo afirma este organismo radicado en Suiza, que debe tener un montón de burócratas de despacho cobrando algo más que el salario mínimo. De la metodología empleada apenas se sabe nada. De los parámetros evaluados y las zonas visitadas, tampoco. Porque vaya un atraso tener que hacer un trabajo de campo en el campo. ¡Cómo va a ir un técnico helvético a contar conejos, si lo suyo es contar miles de euros! De tan fatigoso cometido se ocupa un dron y punto.

Los geógrafos romanos llamaron Hispania a la Península Ibérica por la abundancia de conejos. Antes, a los fenicios también les atrajo su masiva presencia, puede que ahora mermada en determinadas comarcas a raíz de la mixomatosis y la hemorragia vírica, pero en cuatro comunidades -Castilla y León, Castilla La Mancha, Madrid y Murcia- la superpoblación ya adquiere tintes de plaga. Basta con andar por el campo y por los parques semiurbanos, con mirar las cunetas de las carreteras o los taludes de las vías férreas. De la España seca, claro, no de los Alpes. Las hembras sacan cuatro camadas al año. Los gazapos suponen una parte esencial en la cadena trófica de nuestros ecosistemas, como sustento de la fauna, ya sean mamíferos depredadores o aves rapaces. Hemos pasado del ecologismo revestido de ideología al ecologismo de pitiminí. Urbanita, guay, pijo. O sea, con el mismo rigor de Dora la Exploradora. Todavía peor.

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