Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Desvalidos entre robles

«Tienen un trabajo ímprobo por delante la futura vicepresidenta para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, y sus propincuos, ante una merma tan escandalosa de los servicios básicos en el medio rural»

Ignacio Miranda

Figúrese usted lo que tiene que suponer estar tres semanas sin teléfono fijo ni acceso a internet. Una pesadilla para algunos. Una bendición del Señor para otros. Pues así se han visto los 150 vecinos de la localidad zamorana de Otero de Bodas durante 21 días con sus correspondientes noches. Tantas jornadas como ministros seriados del nuevo Gobierno. El pasado 19 de diciembre, el rayo de una fuerte tormenta dejó sin este servicio al municipio, situado en la comarca de La Carballeda, esa que toma su nombre de la abundancia de robles, y al pie de la carretera nacional que parte de la capital hacia Sanabria. Con esa curiosa toponimia, que según la leyenda evoca las andanzas sicalípticas de un caballero medieval entre doncellas, el pueblo ha estado condenado a vivir una temporada al margen de las tecnologías. Porque lo de bodas suena muy carca en la era de los divorcios exprés, en la época de los arrejuntamientos. Alguien debería proponer un referéndum para cambiar la denominación.

La avería ha afectado a los pocos negocios existentes, como el bar o las casas rurales. La gasolinera ha pasado las de Caín en plenas fiestas de Navidad y Año Nuevo para cobrar mediante datáfono a los clientes que pagan con tarjeta. Las gestiones administrativas del Ayuntamiento se han ralentizado, con el secretario empleando su propio móvil para trabajar. Los mayores que utilizan la teleasistencia también han quedado incomunicados, con el serio inconveniente de sus achaques y una delicada salud. El enfado por este aislamiento forzoso ha sido generalizado, según reconoce el alcalde, que ya anunciaba una denuncia judicial por el apagón. Al menos ha aflorado la solidaridad vecinal para prestarse los teléfonos móviles que funcionan, ya que no todas las compañías poseen cobertura.

Para más inri, en Otero, como en otras localidades de Sanabria, Aliste y Alba, ver bien la televisión representa casi un lujo hoy en día. Tan pronto hay interferencias como desaparece la señal. Algo que ha empeorado desde la llegada de la TDT. Tanto es así, que en muchos hogares no pudieron ver en Nochevieja el modelito áureo de la inefable Pedroche. De manera que tienen un trabajo ímprobo por delante la futura vicepresidenta para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, y sus propincuos, ante una merma tan escandalosa de los servicios básicos en el medio rural. Asegurar su correcto funcionamiento debe ser una prioridad, porque no se puede seguir marginando a los desvalidos ciudadanos que viven ahí. Abandonados por las empresas de telecomunicaciones, bloqueados por una burocracia insensible e inoperante. Es lo que realmente urge, antes que la persecución del diésel, la caza y los toros.

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