Ignacio Miranda - POR MI VEREDA
El cielo de brumario
«La imagen de un rostro femenino sufrió un estropicio estético de tal calibre que borró por completo sus rasgos faciales y alguien trató de apañarla. Algo así como las innumerables operaciones de Leticia Sabater»
Un día de verano de 1971, en su casa de la calle Real de la localidad jienense de Bélmez de la Moraleda, María Gómez Cámara se afanaba en limpiar una mancha persistente del suelo de su cocina, con forma extraña, sin que hubiera manera de que desapareciera. La mujer hizo pasar a las vecinas y enseguida coincidieron en señalar que parecía un rostro humano en el propio solado, por efecto de la humedad y la grasa, o de los calores del estío entre olivares, pues resultan habituales los espejismos en el campo a causa de la canícula. Surgía así el fenómeno de las caras de Bélmez, considerado por algunos como el mayor hito paranormal en nuestra historia. Por otros, un evidente fraude promovido por la familia a golpe de cemento y espátula. Pero que ahí queda en la memoria colectiva con mucha cobertura en los periódicos de la época y estudios al respecto hasta del CSIC. El propio gobernador civil de la provincia ordenó investigarlo a un parapsicólogo, ante el revuelo causado, ya que decenas de personas visitaban cada día la cocina pagando una modesta entrada para contemplar a la Pava, el Pelao y otros personajes allí aparecidos.
Los especialistas definen la pareidolia como un fenómeno psicológico por el cual un estímulo vago y aleatorio, a menudo una imagen, es percibido erróneamente como una forma predecible. Algo así como manchas que, con sumo esfuerzo de imaginación, parecen una cara. Ahora tenemos un caso similar en plena calle Mayor de Palencia, donde un relieve escultórico de un edificio histórico ha aparecido hecho un «ecce homo» de la noche a la mañana, sin que nadie sepa el motivo. En el señorial inmueble, erigido hace un siglo para acoger la Federación Católica Agraria, ahora sede de una entidad de ahorro, se han llevado a cabo diversas reformas. Parece ser que en alguna de ellas, y sin presencia constatada de ningún seguidor de Gabarrón, la imagen de un rostro femenino sufrió un estropicio estético de tal calibre que borró por completo sus rasgos faciales y alguien trató de apañarla. Algo así como las innumerables operaciones de Leticia Sabater o la difunta Veneno pero en un relieve de la cuarta planta de la fachada.
El hecho ha tenido una enorme difusión en redes sociales, y ya se compara con la pintura del santuario de Borja, en Zaragoza. El pintor palentino Antonio Capel, que tiene su estudio precisamente enfrente, lo ha tildado de picia. No le falta razón. Un suceso grotesco que llama más la atención, para más inri, en la tierra de los Berruguete y Victorio Macho. Todo apunta a que, al estar a tanta distancia del suelo, nadie hasta ahora se había percatado de lo ocurrido, pero con el toque de queda y el cierre de los bares el personal pasea mirando al cielo de brumario.