Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Esa alumna de las escolapias

«La musa de la resignificación del Valle de los Caídos, a medio camino entre Sánchez Albornoz y el No-Do, le da la razón a Rilke»

Ignacio Miranda

En la tierra de la insulsa Reyes Maroto, nacida en Medina del Campo y criada en Ataquines, ha triunfado Carmen Calvo Poyato, natural de la muy leal ciudad de Cabra. Cosas de la política. Cuando menos te lo esperas, una compañera de bancada pega el arreón y te moja la oreja mientras tratas de salvar el turismo. A la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia con dos letanías más, le bastó un paseíllo por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid para celebrar el Día Mundial del Arte y llevarse de calle al personal. Y, después, el acto de clausura del Congreso Internacional «Territorios de la Memoria» en el Teatro Calderón. Porque la vice egabrense, profesora de Derecho Constitucional, tiene el don del desparpajo, la espontaneidad andaluza con el toque senequista que proporciona Córdoba, la gracia innata que nunca ofende para compensar el rictus triste de Manolete.

Lo descubrió Chaves, lo aprovechó Zapatero y ahora lo explota Sánchez, en concurso con la factoría gripada de Iván Redondo. Ella siempre es ella misma. Sin dobleces. Ahí quedan sus citas memorables. Desde «el dinero público no es de nadie» al «he sido cocinera en antes que fraila», sin olvidar que «hay rebrotes porque tiene que haberlos». Porque a Valladolid vino a vender los mensajes que le mandan: los museos son lugares seguros y un recuerdo a quienes en su día se enfrentaron al fascismo, «y lo pagaron con la cárcel, el exilio y la muerte». Sirve lo mismo para un roto que para un descosido, sin necesidad de recurrir a la sonrisa de su paisano Solís. Por la mañana se mueve entre La Magdalena de Pedro de Mena, el Santo Entierro de Juni, y el soberbio claustro de San Gregorio, con la misma soltura que, luego, desgrana datos actuales de apertura de fosas en municipios españoles al amparo de la Ley de 2007.

Versatilidad, polivalencia, carácter multidisciplinar. Ahí tenemos a nuestra Carmen, recuperada para la vida institucional en la Ruber, y así seguir ejerciendo de contrapeso dentro del Ejecutivo, como feminista convencional, a las perniciosas ocurrencias del dúo Montero- Belarra. Calvo, como dique de contención, a ratos, con toda la sedimentación geológica de la Subbética frente a las presiones de la rapiña independentista y los filoetarras. Poyato, como alumna avispada de las escolapias, donde estudió, que por eso no quiere ofender ni a la Iglesia ni a España, con esa «e» disminuida que vapulea su partido. Incluso alabó el papel de Castilla y León en nuestra historia común, al aconsejar a los jóvenes que se queden para desarrollar iniciativas «en esta tierra tan importante para la identidad de España». ¡Toma ya! La musa de la resignificación del Valle de los Caídos, a medio camino entre Sánchez Albornoz y el No-Do, le da la razón a Rilke: la infancia es nuestra verdadera patria.

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