Herrera y Feijóo

La segunda dimisión en diferido, también de Esperanza Aguirre, pues se queda de portavoz del Grupo municipal, deja tan solo como máximos e históricos barones regionales del PP a Alberto Núñez Feijó, presidente de Galicia, y a nuestro Juan Vicente Herrera.

Lejos de ahondar en la figura de Aguirre, de la cual algunos sufrimos en su primer gabinete autonómico sus pulsos ora con Alberto Ruiz Gallardón, ora con Mariano Rajoy; lo cierto es que Herrera tiene el camino expedito para poder hablar claro y alto en el núcleo más duro y decisivo de la famosa calle Génova. Cristina Cifuentes, a quien por fortuna también conocemos bien y camina firme hacia el ramillete de nuevas caras del Partido Popular postaznarino -Rajoy sigue siendo una prolongación a todos los efectos-, está emulando en su buen gobierno de la Comunidad al gallego y al burgalés. Si bien, el de Castilla y León nunca ha dado muestras de ansiar un liderazgo nacional que Feijóo en cambio sí.

En todo caso, nuestra Comunidad ha dado siempre votos, poder y directivos al Partido Popular a nivel nacional. Muchos opinamos que en la imaginaria balanza se nos debe mucho más de lo que hemos aportado. Obras son amores. Inversiones como las autovías básicas que aún restan por hacer, rescates de las autopistas más caras de España en Astorga a León y en León a Asturias. Una Alta Velocidad que ni está, ni se le espera en determinadas bolsas geográficas de abandono y despoblación en nuestras nueve provincias y media. Eso, por no hablar de una sostenibilidad de la industria agroganadera, que al final ha sido una de las que mejor ha resistido el azote de la crisis y que, no olvidemos, salvo las capitales provinciales y cuatro o cinco poblaciones más, determinan una sociedad rural y poco industrial.

Podemos ser fieles, serios y obedientes, pero no mudos.