Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Volver a empezar

«Podremos tomarnos antes unas cañas rodeados de desconocidos en una terraza, de lo que podremos organizar una comida familiar»

La consejera de Sanidad se emociona en las Cortes al reconordar a los sanitarios fallecidos diurante la crisis del coronavirus ABC

Guillermo Garabito

La «nueva normalidad» es que algún año de estos podré volver a ver a mi novia. Y ahora que ya tengo horizonte, aunque sea largo y alto, vivo mejor. Podremos tomarnos antes unas cañas rodeados de desconocidos en una terraza, de lo que podremos organizar una comida familiar. Ya sólo podría haberse superado este Gobierno si después de decir lo mucho que ha trabajado en el plan, hubiese decretado que como el botellón es actividad cultural al aire libre -de menos de 400 personas-, entrará en vigor en la fase 2. Las cañas antes que las novias, ese es un ensayo sociológico que sólo podría escribirse y comprenderse en España. Sobre los reencuentros apasionados, los besos y pasear enhebrados no dejó claro Pedro Sánchez a partir de cuándo entrarán en vigor en la «nueva normalidad».

La «nueva normalidad» es ese futuro perverso que se nos viene. La «nueva normalidad», que nos la venden como un producto a plazos de la teletienda. La «nueva normalidad»: otro eufemismo más, porque gobernar se basa precisamente en ir acuñando eufemismos para parchear la realidad. Sobre todo cuando es tan tétrica que pasa por encima al Gobierno de turno. Y a la oposición también.

La normalidad es lo de antes y todo lo que sea nuevo será otra cosa. No obstante si vuelven a abrir las librerías, aunque tengamos que rescatarlas nosotros mismos como si fuésemos bibliófilos de psiquiátrico, la vida tal vez empiece a ir. La prueba son los pechos que se van descomprimiendo a medida que la vida avanza. Eso que algunos tipos muy duros llaman «striptease» emocional cuando ven que a Ayuso se le escapa una lágrima por los muertos en La Almudena y a Verónica Casado se le quiebra la voz citando, uno por uno, a los sanitarios que se han dejado la vida en Castilla y León.

En la «nueva normalidad», por lo visto, sólo la izquierda patria podrá tener sentimientos en España… Y yo pido que Dios nos libre de más política sentimental. Pero las lágrimas de Verónica Casado, que han recorrido los telediarios, eran las lágrimas de quien no ha tenido tiempo de llorar, de quien se ha pasado incluso los domingos -ya de forma privada y sin medios de comunicación- recorriendo los hospitales de la Comunidad. En esas lágrimas del otro día, con la voz quebrada, no hubo oportunismo, ni ideología. Sólo altura, dignidad, memoria y dolor.

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