Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Viernes Santo

Vendrán tiempos de austeridad, empezando por este que nos toca sin los cristos en las calles y las aceras repletas

Guillermo Garabito

La procesión va por dentro. Incluso la de este Viernes Santo que al mirar por los balcones parece que no llega. Aquí la espero. Es Viernes de la Cruz, el Cielo abierto y la Plaza Mayor es toda Gólgota y Calvario. Es viernes, Valladolid hecha templo aunque sin pregón y sin caballos. Pero «sabed Valladolid, que esta mañana / en tu Plaza Mayor, enardecida, / oirás del Redentor su voz herida / fluyendo en hontanar por la besana…», porque Cristo se muere igual que cada año. El alma reza en endecasílabos. Y esta columna es también un pregón, una llamada al Viernes Santo.

España entera es una procesión que va por dentro, áspera como el sayal de un penitente, pero que se lleva a hombros con devoción. Los políticos lo entendieron mal. España es una procesión y no una profesión, que es en lo que la ha convertido Pedro Sánchez con su patriotismo de alamanes cada sábado por la tarde. A España y a los españoles no se les tutea, porque son caballeros viejos, hombres buenos, que engendraron Europa y alumbraron el mundo desde Castilla. Las clases medias no son a lo que Pablo Iglesias quiere que sean. Son a los que les quieren joder la empresa, el trabajo y comprarles la dignidad a cambio de una renta universal. Las clases populares son los gremios que dieron origen a las Cofradías hace ya seis siglos. Las mismas heredadas que hoy hubiesen alumbrado con su fe a pulso entera nuestra Semana Santa.

Vendrán tiempos de austeridad, empezando por este que nos toca sin los cristos en las calles y las aceras repletas. Vendrá lo que haya de venir, pero a buen seguro habrá Semana Santa. Porque la Semana Santa son días de penitencia y de oración. De asomarse al balcón de la historia como yo me asomaré hoy por la tarde y ver cómo pasan de los siglos y pasan los pasos. Pasa la procesión del silencio, la del recogimiento, y la de la oración en el Huerto y en sus casas. La de la piedad y los servicios esenciales… La procesión de mis abuelos. Semana Santa evanescente entre el dolor y la esperanza en la Resurrección.

Es Viernes Santo en lo profundo de Castilla, la ciudad se alza sobre sí misma. Por eso escribo a ritmo de procesión: con el espíritu tenso y las ganas apretadas. Porque hoy es Viernes de la Cruz.

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