Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
La revolución de pasear
En estos tiempos donde la libertad anda de cuarentena, donde se vive con toques de queda encubiertos, un simple paseo de un kilómetro
Ayer reconquistamos la ciudad, salí a descubrir el nuevo mundo. Y el nuevo mundo parecía el mismo, la ciudad seguía pareciendo igual, pero era otra. Nada será igual hasta que este kilómetro no sea sólo uno. Hasta que a las once de la noche pueda estar en la cama o sentado declamando versos que jamás escribiré –a dos metros de cualquiera– como un poeta maldito a la sombra de la Catedral. Hasta que la ciudad y la provincia y España y mis libertades dejen de usurparlas unos políticos que desde la dictadura no se habían visto en otra igual.
Pasear es la forma más eficiente que conozco de escribir. Y de ser revolucionario. A ver si paseando un kilómetro y después otro se acaba la provincia y este estado, mal llamado de alarma, que no consiste más que en apropiarse de la libertad ‘sine díe’. Después de la mamarrachada aquella de Irene Montero del «sola y borracha», el siguiente paso en la infantilización de la sociedad es decirnos a qué hora tenemos que llegar a casa. Calculo que si hubiera establecido el PP este toque de queda, mañana tendríamos una manifestación multitudinaria –sin distancia social, ni nada– llamándoles machistas. A una mujer nadie le dice a qué hora llegar a casa, salvo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias… faltaría más.
No madrugué para correr por la mañana porque, como he dicho, yo soy un revolucionario. Por la tarde en Valladolid todo seguía igual, la ciudad entera está a un kilómetro. Me fui a comprobar que no se había extinguido ninguna especie del Campo Grande. Me fui después a la Plaza de San Pablo y allí seguían todos los siglos: el XV, el XVI e incluso el XVII. Todo seguía igual. La libertad cuesta siglos conquistarla, por eso el siglo XXI permanece a la espera de que alguien encuentre una vacuna para acabar con el coronavirus o contra este totalismo –que renueva cada quince días Pedro Sánchez– que ha parasitado nuestras libertades para fortalecer su Gobierno. Ayer dijo el presidente que el estado de alarma hay que mantenerlo porque sí. «Yo o el caos», estuvo a punto de añadir. Bochorno democrático que siguen apoyando incluso aquellos que nos venden que creen en la libertad. Pablo Casado no se ha pronunciado todavía sobre si aprobará mantener recortadas las libertades quince días más. Dicen los suyos que anda muy liado renovando las fotografías de su Instagram.
Con esta derecha, con esta democracia, no queda más remedio que caminar. Yo quiero pasear a dos metros de distancia del resto de la civilización y quiero llegar a mi casa a la hora que me dé la gana. Que mi responsabilidad vuelva a ser mía y de nadie más después de caminar durante mes y medio de puntillas por la ciudad. Porque nunca un acto tan sencillo tuvo tanto significado. En estos tiempos donde la libertad anda de cuarentena, donde se vive con toques de queda encubiertos, un simple paseo de un kilómetro –tras otro–… En eso consiste la libertad.