Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Revanchismo mágico

«Lo peligroso de esta izquierda es que, por desgracia, no es realismo mágico lo que vende, es revanchismo histórico y están dispuestos -como muyahidines ociosos- a llevarnos a todos por delante»

EFE

Cada año espero el Nobel de Literatura como si me lo fueran a dar a mí. Y lo reclamo de paso para Delibes, a título póstumo -aunque no lo contemplen las bases del premio-. Total, se lo dieron a Dylan… Después de aquello creo que es un premio en el que cabe todo. Incluso un escritor sin más obra que el periódico como yo.

También pienso en que yo no estaría dispuesto a pagar el importe del premio, como le dijo Cela a Ruano cuando era joven, con tal de que me lo den. Yo prefiero el millón de euros disponible para comprar libros de viejo, mantenerme a flote en medio de la crisis que tenemos encima -aunque nos digan que no- o comprar en el mercado negro un respirador si me hace falta tal y como se está poniendo esta segunda oleada. Desde lo de Cela, España espera otro Nobel con ansia. A mí Javier Marías me parece bien. Lleva años haciendo méritos, incluso diciendo verdades incómodas en «El País», que es como para que, más que el Nobel, le suban a un altar. Pero recientemente le ha salido otro competidor en España: Pedro Sánchez, joven escritor nacido en Tetuán y precursor del revanchismo mágico, que consiste en secuestrar la historia y reescribirla a conveniencia de sus ansias de poder.

La obra de Pedro Sánchez consta de dos únicos volúmenes: unas memorias mal escritas por un negro y una tesis doctoral con más plagios que el libro aquel de Ana Rosa Quintana. Pero me temo que o le dan pronto el Nobel, -el que sea, el de Literatura, el de la Paz, el de Química incluso- para calmar su megalomanía, o no habrá forma de que nos deje en paz. Ayer, mientras a Pablo Iglesias se le abría el suelo de los juzgados bajo los pies, anunció Pedro su nueva obra maestra, esta vez bajo el título de «España puede». Una novela de ciencia ficción por la que el Gobierno creará 800.000 puestos de trabajo y donde se desarrolla una trama de conspiración en la que el vicepresidente segundo es la víctima de un golpe de Estado organizado conjuntamente por la derecha y la Justicia.

Lo peligroso de esta izquierda es que, por desgracia, no es realismo mágico lo que vende, es revanchismo histórico y están dispuestos -como muyahidines ociosos- a llevarnos a todos por delante.

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