Guillermo Garabito - Buenos días, Vietnam

El patio de mi infancia

El verdadero éxito de las ciudades españolas es que hayan sobrevivido a la burocracia de las últimas cuatro décadas

Claustro de las Francesas, Valladolid EL Norte

Veo fotos del Valladolid de mi infancia como si fuese el de la posguerra en vez del de los años noventa. Todo estaba más gris, más sucio, pero más vivo. Había un revuelo de modernidad porque tocaba cambiar de milenio y eso se nota en las fotos que salieron movidas. De aquello hace casi tres décadas, pero hay un Valladolid que no cambia. Una ciudad pequeña y esquiva que se escapa de la pintura y de las restauraciones sucesivas y nadie sabe bien cómo ni por qué.

Cuando perdimos arquitectos que supieran lo que era un cimborrio, y todo el Barroco consiste ya en que los columpios de los parques parezcan concebidos por Gabarrón, perdimos también España. Ahora todas las ciudades quieren ser europeas, nórdicas, o mejor de Holanda. Cualquier año de estos en Valladolid propondrán desenterrar el cauce de la Esgueva para que la ciudad tenga canales donde puedan fotografiarse los turistas con las bicicletas. Es más, no sé por qué sobre Torozos se siguen sembrando colza, trigos, girasoles y cebada si podemos llenar esto de tulipanes cuquísimos. Otra oportunidad perdida mientras hay esquinas de la ciudad que se tienen abandonadas al abandono. Mi infancia son recuerdos del Patio de Las Francesas, que es una joya en la indigencia.

El verano pasado se firmó un protocolo para salvarlo de su penuria actual y yo estuve a punto de celebrarlo en un artículo, pero cuando lo tenía casi escrito me dio por pensar que esto es España y que firmar un protocolo es como no haber firmado nada. E hice bien, porque ahora, por lo visto, dice el Ayuntamiento, que tiene que ser la comunidad de propietarios la que se haga cargo de la restauración. Mientras, la comunidad dice que debe ser el alcalde, la Junta de Castilla y León y la comunidad los que asuman conjuntamente la intervención. Y ahí sigue el claustro del Convento de Santa Cruz, y todo el siglo XVI, deslucido porque no le cabe un carril bici, que si no a todos les entrarían las prisas.

Conocemos el Valladolid que sobrevivió a la piqueta. La modernidad se llevó por el camino conventos, palacios y una larga lista del patrimonio. El verdadero éxito de las ciudades españolas es que hayan sobrevivido a la burocracia de las últimas cuatro décadas. Veremos si el Patio de las Tabas de Las Francesas lo cuenta.

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