Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

O me vuelo la cabeza

ICAL

GUILLERMO GARABITO

La política consiste sobre todo en chantajearse a uno mismo y tragar con el chantaje. Es tenerse de rehén durante cuatro años y gritar constantemente «que me vuelo la cabeza» en todas las ruedas de prensa, que es lo que hace este Gobierno desde que llegó a Moncloa. Chantaje emocional. Mariano Rajoy fue más de dejarse morir lentamente.

En Castilla y León, según el programa electoral de PP y Cs para la presente legislatura, íbamos a ser liberales. Ahora somos lo que diga el PSOE y Podemos, porque hace falta escenificar unidad a cualquier precio para salir en la prensa nacional. ¡Esta obsesión insana que tienen nuestros políticos con lo nacional! Qué necesidad tenemos de ser ejemplo todos los días, en todos los titulares. Igea y Mañueco tienen el síndrome del «influencer»: da lo mismo el motivo, pero tu dame visibilidad. Más. Más. Qué mérito tenía el político callado y laborioso, el político tecnócrata, lo mismo que el escritor que escribe y no el que va a Sálvame o donde le llamen. Pero se nos olvida que, incluso con 43.000 muertos, hay que vender… libros, políticas, verduras, unidad. Por eso en Castilla y León el Gobierno renuncia a su propuesta estrella para esta legislatura: la supresión del impuesto de sucesiones. Y todo para dar en nacional una imagen de unidad que consiste en empezar a aplicar otro programa de gobierno cualquiera, por ejemplo el de PSOE y Podemos, y no con el que PP y Cs se presentaron a las pasadas elecciones. ¡Viva la coherencia! Si PSOE y Podemos no querían sentarse a la mesa para la reconstrucción de la comunidad, bien por ellos. El PP y Cs deberían de haber trabajado el doble, no ceder a la primera lo que le habían prometido a todos sus votantes.

Castilla y León ha tenido la oportunidad de demostrar que había una alternativa a las políticas económicas que vienen de Moncloa. «Impuestos impopulares», en palabras de Pedro Sánchez. Pero no, a Mañueco le ha faltado valor –como de costumbre– para convertirse en un referente en su partido como lo fue Juan Vicente Herrera durante el Gobierno de Zapatero.

¡El liberalismo ha muerto! ¡Larga vida al chantaje emocional!

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