Guillermo Garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS

Masas embrutecidas

«La gente de Galapagar golpea una cacerola mientras que a Soraya Sáez de Santamaría, a Cifuentes o a Arrimadas las escupen y las orinan los pijos a la izquierda»

Guillermo Garabito

Para Torra, los españoles somos «bestias taradas». Y para la diputada del PSOE Andrea Fernández, según escribió en Twitter, toda la gente que salió ayer a la calle, «masas embrutecidas». Qué superioridad de señorito mirando a los jornaleros, «masas embrutecidas»… Esto es lo que ocurre por mandar a los críos al parlamento y darles un acta de diputado, que es convertirles en loritos de lo que ven allí porque les va en el sueldo. Y lo que hay en el Congreso -qué triste- es Adriana Lastra quejándose porque proponían trabajar los sábados para reconstruir la economía del país. «Masas embrutecidas». El PSOE es un partido de señoritos. Y a su sombra se cobijan los pijos. Porque los pijos no están hoy en las calles, sino ocupando secretarías de Estado y ministerios. Alberto Garzón es la única definición que cabe de niño bien. Porque el pijo es el único que se puede permitir ser comunista contra toda idea sensata y constructiva pasados los dieciocho, porque sí y porque puede. Alberto Garzón, niño bien con chaqué, que heredó Izquierda Unida cuando aquellas siglas significaban algo y las dilapidó en sus juergas por las plazas de España. Niño que cae de pie, al que sus amigos le han acabado haciendo «ministro de España».

Los pijos están todos a la izquierda porque la única forma que se me ocurre de vivir bien y fácil es papá Estado. A los niños pera, que son pijos anacrónicos, les gusta molestar y que no les molesten, que es lo que ha ocurrido estas semanas con los escraches. Aquel «mecanismo político» que pusieron de moda en Podemos; la turba enfurecida traída directamente desde el siglo XIII. Eso sí, como buenos señoritos, cuando les toca a ellos tiran de apellidos y cargos nobilísimos como hizo Adriana Lastra al decir que estaban molestando nada menos que «a los ministros de España». Los escraches son la forma más burda de hacer política que se me ocurre. Pero por suerte todavía saben de clases y por eso la gente de Galapagar golpea una cacerola mientras que a Soraya Sáez de Santamaría, a Cifuentes o a Arrimadas las escupen y las orinan los pijos a la izquierda, que es mucho más democrático… dónde va a parar.

Ayer vi pasar toda la mañana coches por debajo de mi casa sin un sólo altercado, sin necesidad de una sola intervención de la policía. Las manifestaciones, sean a favor o en contra de lo que sean, me producen un efecto hipnótico que se me pasa por suerte en cuanto me acerco. Estuvieron tocando el claxon desde las doce de la mañana, que es un sonido molestísimo, casi tanto como aquellos de cuando las plazas las secuestraron Pablo Iglesias y Alberto Garzón una primavera. Los mismos que ahora, para más anacronismo, se creen hidalgos -o piratas- y por eso viven sin trabajar.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación