Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Luto al peso

Banderas a media asta en ciudades de Castilla y León ICAL

GUILLERMO GARABITO

Ayer a las doce, mientras hacía la compra en «Carrefour», sonó una voz en lo alto –que en nada se parecía a la de Dios– pidiendo un minuto de silencio por las víctimas del día. Acto seguido comenzó a sonar una música no apta para diabéticos por los pasillos y allí nos quedamos, entre los berberechos y los mejillones en conservas, firmes como una vela, que es lo que requiere un minuto de silencio a falta de solemnidad. A las doce del medio día se reza el «Ángelus» –o como es mayo el «Reina del Cielo»– cada uno en su casa y Dios en la de todos. O en las iglesias, que ya vuelven a estar abiertas. Al supermercado se va a comprar lechugas y no el sentimentalismo de ayer por kilos. ¡Qué estampa! Como el PSOE diga que toca luto, el luto se vende ya hasta en los supermercados. Y yo me quedé acojonado, como si por equivocación me hubiese ido a hacer la compra a Corea del Norte o a 1984.

La cuarentena es la muerte de los surrealistas. Estos dos meses son el sueño de Buñuel, un Dalí recién pintado. Y las editoriales queriendo que los escritores publiquemos algo interesante cuando acabe el confinamiento… ¿Pero qué vamos a publicar si la realidad desborda cada día la ficción? Llevo pensando desde hace días en una novela donde se actualice el «Motín de Esquilache», aunque ya casi nadie se acuerde de él. La revuelta de aquella España que seguía queriendo ir embozada por la calle después de su prohibición y a este paso tendremos motín 2.0 cuando se encuentre vacuna. ¡Verán! Este es un país donde al personal no le gusta tener que ponerse una mascarilla y cuando toque, no le gustará quitársela… porque España es así.

España es la casa de Bernarda Alba y cuando el PSOE ha decidido que por fin tocaba luto, resulta que no se puede hacer nada más: ni manifestarse, ni protestar cívicamente, ni tener trabajo siquiera según indica la gestión económica.

Un minuto de silencio por las víctimas no es producto para un supermercado. Un minuto de silencio requiere solemnidad y sobre todo no mercantilizarlo. Pero ahora todo lo que toca es luto, según ordena Pedro. El luto es negro para tapar la nefasta gestión del Gobierno. El problema es que España es un país de cursis. Por eso el Ejecutivo, que tiene el mismo criterio que los malos poetas, explota el sentimentalismo sin cuartel.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación