Guillermo Garabito - Buenos días, Vietnam

A qué huele el populismo

El problema de toda campaña electoral es cuando entra en escena el populismo, porque lo racional salta por la ventana

Guillermo Garabito

Me encanta el olor del populismo por las mañanas. El populismo huele como a algodón de azúcar y a frase de ‘Mr. Wonderful’, a cursilería dulce de las que, si te descuidas, te hace el lío. A cojín mullido y a chocolate caliente. El populismo suena a todo lo que se quiere escuchar. El problema de toda campaña electoral es cuando entra en escena el populismo, porque lo racional salta por la ventana. Por eso cuando uno escucha hablar a Podemos y a Vox da la sensación de que no hay nada imposible y quien diga lo contrario es que es un insultante bipartidista.

Nadie promete más que un populista por las mañanas, no porque pueda –que diría Suárez–, sino porque no sabe hacer política de otra manera. El populista necesita el clamor de las masas para salir de la cama.

El populismo es el siguiente nivel de los partidos tradicionales. La evolución del PSOE y del PP, que también prometen mucho. Pero Vox, Podemos y compañía tienen el inconveniente de prometer en cada sitio una cosa distinta. Porque el populista, más que una amante, tiene una promesa en cada puerto. Y claro, eso eleva el número exponencialmente.

Lo que mueve Vox, igual que Podemos –extremos distintos que coinciden como pescadillas que se muerden la misma cola–, son los nacionalismos pequeños, nacionalismos de salón y cuando la campaña es autonómica, pues regionalismos de terruño. Porque todo nacionalismo acaba siendo pequeño por excluyente, perolas campañas autonómicas han demostrado que pueden incluso impulsar una unidad de medida aún menor: el provincianismo de metro cuadrado.

Eso es lo que me pasa a mí cuando escucho a Santiago Abascal decir que León es una de las principales víctimas del estado de las autonomías. Decir eso en León no es más que azuzar a los leoneses contra Valladolid, como dice Peláez. Sobre todo porque el progreso de los últimos cuarenta años en España habría sido imposible sin las autonomías. Lo peligroso del populismo empieza cuando se vende a unos lo injusto que son sus males y se hace responsable a los de al lado.

El problema del populismo es cuando trata de vender un único proyecto en nueve provincias distintas y quieren hacer pasar a las nueve por víctimas y por verdugos a la vez.

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