Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Freír huevos con saliva

La vida consiste en dar certezas y es lo que no son capaces ni de hacer nuestros políticos

Guillermo Garabito

La incertidumbre tiene esta luz de un agosto agotado antes de tiempo sin ser septiembre todavía; un futuro que nunca acaba de llegar. La incertidumbre tiene la voz de Fernando Simón y el rostro de un niño que por primera vez en su vida dice que tiene ganas de ir al colegio como si entendiera que es necesario decirlo para hacer presión por si los mayores acaso lo vuelven a dudar.

Vivimos en la incertidumbre desde marzo, primero nos dijeron que las mascarillas no servían para nada mientras el resto del mundo decía que sí y nosotros dudábamos de nuestros políticos y sus «verdades». Después nos dijeron lo de la «nueva normalidad» y nosotros con nuestra incertidumbre a cuestas como Sísifos demócratas sabiendo que es nueva o es normal, pero no ambas cosas a la vez. Y yo vivo con mi incertidumbre particular de decirle a mi abuela, cada vez que voy a verla a la residencia, que no puedo darle beso, pero pronto ya… porque la vida consiste en dar certezas y es lo que no son capaces ni de hacer nuestros políticos. Los políticos te cambian un beso por el codo y ya creen que es el gran éxito de la legislatura porque van camino de la pitopausia y lo del codo les queda moderno y juvenil.

La incertidumbre es no saber a estas alturas de agosto –cuando los arboles tienen ya síntomas de otoño– si los niños podrán empezar el colegio o los padres tendrán que suicidarse en remoto. Si acaso la educación de todos los chavales españoles está garantizada o con el PSOE y Podemos va a ser una cosa –otra más– de clases: el que pueda pagarse un profesor particular, enhorabuena. Y el que no, también. La incertidumbre es que los críos te pregunten cada día y no poderles decir nada porque los políticos, con sus técnicos de cabecera, tampoco dicen nada. Que te pregunte tu abuela cada día y no poder dercirle nada, ni siquiera si la próxima semana podrás venir a verla o la comunidad autónoma habrá cambiado de criterios o estaremos todos confinados o vaya usted a saber. España es no decir nada aunque se acabe el mundo.

La incertidumbre es convocar a los presidentes de las comunidades la próxima semana, la última de agosto, para decidir que se hace a principios de septiembre con el curso escolar, como si los presidentes fueran técnicos o supieran de lo que hablan en materia escolar –o de cualquier otra cosa en verdad–. Y la culpa es del PSOE y de Podemos y de todos los líderes blanditos de la oposición que son incapaces de gobernar ante la incertidumbre.

La incertidumbre es una imagen de Goya pasada por Valle Inclán en la frase que me dijo Juan el otro día: «Vamos a terminar friendo los huevos con saliva».

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