Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Distancia verbal

«La mascarilla, aparte de para no contagiar, sirve para embozar los tiempos más bajos que vivió nuestra política. Desde Godoy no habíamos tenido tipos de tal bajeza como la de Pedro Sánchez y Pablos Iglesias»

ICAL

Desde que por la calle se pasea con mascarilla escucho sólo la mitad de las cosas que dice el personal. Y calculo que por tanto, también, únicamente la mitad de las gilipolleces. Empiezo a pensar que esto de la mascarilla no está tan mal. La mascarilla son dos metros de distancia verbal que le impiden a muchos tomarse las confianzas que antes se tomaban soltando una estupidez cualquiera que arreglaban con una sonrisa inocentona. Sin sonrisa de disculpa, la gente no se atreve. Y así voy por la calle teorizando cuando me doy cuenta de que por aquí camina cívicamente todo el mundo con la suya puesta. Pasean dos señorucos menudos, que rondarán los ochenta, enhebrados como si llevaran así desde que se conocieron y la estampa -con mascarillas azul y naranja fluorescente- es anómalamente tierna.

La mascarilla, aparte de para no contagiar, sirve para embozar los tiempos más bajos que vivió nuestra política. Desde Godoy no habíamos tenido tipos de tal bajeza como la de Pedro Sánchez y Pablos Iglesias, que han tomado de rehén al partido socialista y amenazan con matarlo si no les dejan destruirlo en paz. Así aprovechan el coronavirus y que con la mascarilla sólo se escuchan la mitad de las amenazas y las bravuconadas, para llevar a cabo las barbaridades menos democráticas de la democracia. Después, al llegar a sede parlamentaria se quitan la mascarilla para salir mejor en las fotos cuando toman la palabra y contagian con su crispación particular que, por mucho que repitan en ‘La Sexta’ lo contrario, es solamente impotencia unidireccional: de Pablo Iglesias, Iván Redondo y Pedro Sánchez al resto de fuerzas políticas, incluido el partido socialista… O los restos que quedan de lo que un día fue, difuminado por provincias.

Si tuvieran la decencia de llevar mascarilla, incluso en sede parlamentaria, nos ahorrarían al menos escuchar la mitad de la mierda que sale de la boca de Pablo Iglesias, como ayer cuando en la comisión de reconstrucción del país acusó a Espinosa de los Monteros -de gratis- de querer dar un golpe de Estado. Y el de Vox -manda narices que tengan que ser los de Vox- mantuvo la decencia al levantarse y marcharse. La misma que perdieron el resto de sus señorías de Cs y PP al no hacer lo mismo después de tamañas acusaciones.

Si estos tipos son los que tienen que reconstruir España, ni la mascarilla, ni Dios, nos salva.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación