Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Días de gloria
Un rincón para la esperanza, porque de los pueblos y de la despoblación se habla desde uno de ellos
De este paisaje que le queda al año van surgiendo, aún, días de gloria. La luz parda y el cielo lejos; trashumancia de nieblas. Toda la inmensidad aquí para un frío de siglos. El frío es lo que se cultiva a estas alturas en los campos de Castilla. El mismo frío que acarreaban nuestros abuelos. El frío que nos llevamos a la tumba, porque en este rincón del páramo y Tierra de Campos adentro se muere bajo una cruz y el cielo helado.
Pocos remedios conozco contra el frío. Este desasosiego de Soares, de Pessoa y mío. El frío del alma que se nos va poniendo ante la pérdida de valores, la certeza de una civilización que declina y el ocaso de nosotros mismos. A esta hora se va adueñando de mí el frío y Castilla permanece helada, pero comer en Castroverde de Campos es luchar contra el frío de diciembre y del alma.
La mejor forma de leer a la Generación del 98 es comer en «Lera». De leer, en verdad, a cualquiera que haya escrito de esta tierra. Es entender el mundo en nueve platos. Comer allí: evadirse del siglo, hacer un retiro espiritual, despreocuparse del posmodernismo –sin mantel– que nos acecha. Es reconciliarse con la alta cocina porque ahí se va a comer, que es una de las cosas que se les ha olvidado últimamente a muchos cocineros convertidos en poetas, futbolistas o en estrellas del rock.
Contra la decadencia de nuestro mundo y la soledad de nuestros pueblos a uno sólo le queda agarrarse a unas lentejas y al pichón, que son los cimientos de Occidente. «Lera» es hacer sutil la falta de sutileza de esta Castilla donde es tan rotunda la vida y es tan rotunda la muerte. De sus fríos y sus silencios ásperos, de sus surcos y sus nieblas. Holocausto sólo mío y de mi tierra… ya no sé si muero yo o se muere ella.
«Lera» es Luis Alberto, los suyos y una chimenea. Y el mejor restaurante de caza del mundo. Un rincón para la esperanza, porque de los pueblos y de la despoblación se habla desde uno de ellos. El día a día de un hombre que se pierde con su perro tierra adentro antes de ponerse a trabajar. Y es que habría que hacerle un monumento por antisistema, por ir contra la tendencia dominante del intelectualismo de platos pequeños, de ideas pequeñas, de efectismo vacío, del snobismo de la vacuidad. Lera es la lucha verdadera contra la despoblación, que la hacen hombres solos y no la administración. Es un tipo que cocina, pasea y caza y que está seguro de sí mismo. Porque estar seguro de uno mismo es hacer alubias con liebre, que es el único camino al Nirvana que conozco.