Guillermo Garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS

¡Cráneos privilegiados!

«No puedo parar de imaginarme a Mañueco y a Tudanca, con el mandil y las katiuscas, gritando en el hemiciclo: «¡Señora, lo tengo fresco! ¡Un gobierno para hoy y para mañana!»

Guillermo Garabito

Una moción de censura es un mecanismo que se ha puesto de moda últimamente, como todas esas cosas que ya contempló la Constitución en el 78 y que nos venden ahora como si lo acabasen de inventar ellos. ¡Cráneos privilegiados! La moción de censura se limita a comprobar, cuando no se tienen avales suficientes para sacarla adelante, quién la tiene más grande -que es para lo que ha quedado la política de esta pandemia-. No se miran los muertos -para qué-, ni el desempleo, ni las colas de Cáritas, del Banco de Alimentos o de la mismísima miseria, que es una pescadilla creciente que se muerde la cola.

Resulta que si el PP de Murcia logra asegurar el apoyo -que ya tenía previamente- de tres de Ciudadanos para seguir gobernando, es comprar voluntades y para el PSOE son unos tránsfugas, que es mucho peor por lo visto que no guardar luto en un pueblo hace cuarenta años. Pero si aquí el PSOE tontea con una procuradora de Ciudadanos y se convierte en no adscrita, que es donde acaban las citas con el PSOE, es un ejercicio valiosísimo de democracia. Claro, porque España no es una democracia, sino ocho o nueve, que las ha contado Iceta y así le va al PSOE, que no le cuadran las cuentas: ni aquí, ni en Murcia, ni en Cataluña, ni mucho menos en Andalucía donde siempre les salen parados de menos y un prostíbulo de más.

En vez de hacer política, la moción de censura ha convertido esta semana las Cortes de Castilla y León en la plaza del mercado donde todos iban a vender lo suyo para tratar de atar los «síes» y los «noes». Si uno pasaba estos días por la Avenida de Salamanca le podía caer una portavocía adjunta con tal de que votase que no a la moción de censura. Da igual que no se fuese procurador, están todos tan nerviosos que eso es lo de menos. Por eso se reparten cargos, promesas, y lo que haga falta para tratar de que unos se desmarquen de la disciplina del partido y los otros lo mismo, pero al revés. Y yo no puedo parar de imaginarme a Mañueco y a Tudanca, con el mandil y las katiuscas, gritando en el hemiciclo: «¡Señora, lo tengo fresco! ¡Un gobierno para hoy y para mañana! ¡Vote ahora, que me lo quitan de las manos!».

A mí me han llamado esta tarde muchas veces desde un número de esos muy largo. Al final, al descolgar para que me dejasen tranquilo, he escuchado al otro lado: «Guillermo, buenas tardes, le llamo para hacerle una oferta…» y he colgado acongojado por si en vez de alguien de «Vodafone» resultaba ser del PSOE, de Ciudadanos o del PP vendiéndome un kilo de «síes», «noes», dos despachos -uno para dormir la siesta y el otro para lo mismo-, una consejería, y un juego de sartenes antiadherentes donde no se pega la desvergüenza.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación