Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
Confiesa que te pone
Desde que Pedro Sánchez es presidente el cocido es nuestra única opción para volver a ser una potencia respetada en el mundo

El éxito del domingo es un cocido. Es el único consenso que no hemos dinamitado en este país. Los domingos de otoño crudo a los españoles la civilización nos entra por el gaznate. Y uno tolera al cuñado y a quien sea con delicadeza exquisita mientras dure el cocido.
Nunca seré un buen escritor de dietarios, no pasa más, lo he ido asumiendo. Los domingos siempre me quedan igual: bodegón de sopa, garbanzos y berza; galería de morcillo y de psiquiatra. Y es que lo único que me interesa del frío es el cocido, de otra forma viviría eternamente en un verano. Hay días que, inexcusablemente, son para este plato. Se levanta el cielo pidiendo fideos gruesos y tocino. Esas mañanas de cielo alto, de bruma densa entre las encinas y pacas apiladas jugando a ser catedrales en Torozos. No entiendo todavía cómo los pueblos desde septiembre pueden ir hacia abajo. Que se vacíen cuando empieza el frío es como si, justo después, nos fuese a gobernar el Pacma.
Ayer caí, precisamente pensando en un cocido, que la única salida que nos queda contra la despoblación son los chinos. Que Xi Jinping en vez de viajar a Tenerife a visitar el Teide vuele a Villanubla, que no tiene volcán pero tiene al lado Villalba de los Alcores; en ese pueblo pequeño es donde sirven el mejor cocido que yo he comido hasta la fecha -¡con perdón, madre!-. En Canarias han cortado media isla para la visita con la esperanza de que miles de turistas chinos sigan los pasos del presidente. Esa es la única posibilidad que nos queda en esta esquina del mapa, que por no hacer no hace ni siquiera esquina… Los chinos lo único que conocen de Castilla y León es el Acueducto de Segovia y los turistas lo están desgastando de tanto mirarlo. El turismo sostenible es llevarlos a comer cocido.
Desde que Pedro Sánchez es presidente el cocido es nuestra única opción para volver a ser una potencia respetada en el mundo. Es lo que nos queda contra la equidistancia, contra el frío y el nacionalismo. Porque esa es toda la diferencia que cabe entre los españoles: el orden en que se comen los platos, dos o tres ingredientes y si en su casa lo hacen con rellenos o sin ellos, aunque sin rellenos es un sacrilegio. Lo de menos son las diferencias. “#ConfiesaQueTePone”, que diría mi amigo Juan.
Es noviembre y unos usan la columna para pontificar, otros para hacer política o para ahorrarse el psicólogo. Otros escriben ensayos, como si fuesen Pemán y yo escribo cartas de amor los domingos.