Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Una chica fetén

Pasan los años y caen hasta los presidentes del Gobierno, ídolos que se lo creyeron un rato más

La Vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz ICAL

España crea líderes y los destruye como deporte nacional. Modalidad casi olímpica que hemos perfeccionado con los ídolos caídos. Envanecemos tipos con encuestas e intención de voto y legiones de asesores sólo para verlos caer después.

-«Espejito, espejito, ¿quién es la más guapa de la política española?»

-¡Tú, Yolanda!.

Y así cada mañana hasta que los rituales de Tezanos no la asistan y nadie se acuerde de quién fue. El deporte nacional de por aquí no es el fútbol, es ver cómo la popularidad colocó tantas veces en la Moncloa a tipos que nunca llegarán: el síndrome de Mario Conde. Porque la política patria tiene algo de reality, de programa de gente que sale de la nada, que roza el éxito con los dedos, y la fama le dura lo que le dura el programa -a falta del electoral-. Y después será sólo un alguien que una vez fue ministro, oposición, presidenta de la Comunidad de Madrid, ujier, pero que nunca llegará a presidente del Gobierno. En España todo es una corrida de toros y los hay que dan una buena faena y los hay que mansean, pero no se indulta a ninguno.

Casado, sube y baja en intención de voto, pero no llega a ser líder ni a liderar nada. Abascal y su ‘sorpasso’ que no sorpasa nada. Arrimadas virgen catalana a la que se le pasó el arroz y las circunstancias. Errejón, niño prodigio de la política nacional, Joselito del 15M, que no aspira ya más que a un micrófono y un acta.

Pasan los años y caen hasta los presidentes del Gobierno, ídolos que se lo creyeron un rato más. Puede llegar alguno a la Moncloa incluso, pero sólo es para verlo caer con mayor ferocidad. Felipe, dieciséis años de carisma y acento sevillano y que naufragó igual. Aznar, que puso los pies sobre la mesa del mundo y que hoy es sólo un tipo con bigote del que en el PP guardan una fotografía por ahí como se guarda de un pariente pasado al que nadie sabe poner nombre ya. Zapatero, burbuja socialista de la especulación y la venganza. Y Mariano, ay el pobre Mariano, que le sustituyeron a mitad de programa por un bolso sin que nadie se quejara. Pedro Sánchez es el último de nuestros ídolos. Casi Kennedy de perfil, pero a él le van matando los datos más lentamente y sin audiencia.

Ahora toca Yolanda. Yolanda bajo palio, sonriendo a cámara. Portada de ‘Yo Dona’, actriz secundaria nominada al Oscar y a la presidencia del Gobierno. Para ella todos los piropos de ahora como aquel que le dijo Ada Colau de «líder mundial». Y yo le digo lideresa interplanetaria, ministra de Trabajo desempleada, vidente del Covid a toro pasado, comunista fetén, ministra pero no mucho, porque ahora quiere ser oposición también.

España es un país donde se levantan estatuas sólo para tirarlas abajo después. Y Yolanda Díaz, estos días, ha decidido tirarse ella sola desde más alto aún, porque el espectáculo debe continuar.

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