Guillermo garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS
Carta a las golondrinas
«La única resurrección de los pueblos en la que yo creo es el verano. El resto, promesas electorales»
Ahora que es verano por fin vuelve la vida. Una vida que se alarga por la tarde, una vida resguardada en los viejos miradores de esta ciudad que están cansados de reflejar tanto el invierno. Los miradores son los faros que le ponen a las casas para otear la vida. Y ahora que la vida ya es más de balcones con geranios, es hora de escribir carta a las golondrinas. Yo he vuelto a La Mudarra que es la mejor forma de escribir, aunque no escriba. El sitio desde donde mejor se entiende el mundo alejándose de la política, de pactos… alejado de la vida.
Este pueblo clavado en medio de Torozos y del tiempo donde durante el año ya hay más cigüeñas que críos. Las cigüeñas, en la España de la crisis, cambiaron como todos de trabajo. Ahora en los pueblos ya sólo hay cigüeñas jubiladas. La resurrección de los pueblos no nos la dará el PP, ni el PSOE, ni Ciudadanos, ni los otros. La única resurrección de los pueblos en la que yo creo es el verano. El resto, promesas electorales.
Y así pasan los años con la promesa de llevar banda ancha a los pueblos, y críos –que uno se pregunta si es que acaso creen los políticos que los niños llegan por fibra óptica–. Y así es San Juan otro año nuevamente. Y a mí la única hoguera que me interesa es la de las páginas de los libros no leídos que se van acumulando en mí mesilla. Libros que se incendian y protestan. Cuando era pequeño me interesó un poco más eso de la piromanía, prendía periódicos dentro de un jarrón que tenía mi abuelo y disfrutaba practicando a encender cerillas. Nunca entendí tanto cabreo por unas maniobras controladas. Desde entonces, ya digo, las hogueras no me llaman demasiado. Pero entiendo que la vida, igual que el verano, sigue abriéndose camino. Porque aunque lo parezca no es posible que la política lo engulla todo. Habrá hogueras y habrá verano. Y les habrá incluso que quieran tirar sus apuntes al fuego. Pero creo que por primera vez habrá también gente que quiera hacer cenizas lo votado y quemar la papeleta. Esos votantes cansados de que los políticos después de un mes, que es lo que tienen el españolito de a pie de vacaciones, sigan «vacacionando». Dice Pedro Sánchez que está en ello. Y Mañueco e Igea que andan atascados en eso de firmar. Cómo van a ponerse de acuerdo en nada entre cemento, burocracia, condiciones y pasillos enmoquetados con los ácaros de las alfombras. ¡Qué les den un jardín y media hora! Ya verá el lector si entienden Mañueco e Igea la democracia. Porque conversando se entiende la gente, no repartiendo consejerías.
«Somos una conversación», que escribió Hölderlin. Una conversación, en un jardín a ser posible, entre el fulgor que destiñen las copas de madrugada. Una conversación que no se acaba y en la que nadie quiere irse a dormir.