Guillermo Garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS
La berrea
«En el Teatro Calderón o en la Catedral sólo podrá haber veinticinco personas al mismo tiempo mientras animan a los padres a llevar a sus hijos el próximo miércoles a espacios infinitamente más pequeños, más inciertos»

Yo quiero políticos mudos, que envíen burofax como Messi para comunicar cualquier historia, incluso para pedir un café a su secretaria. Políticos más bien huraños, de informe y datos, sin este afán de «influencers» que tienen Pedro Sánchez, Óscar Puente o Francisco Igea, que más que políticos parecen quinceañeras con «Tik Tok».
Para una vez que Puente, que nunca tiene razón -porque la pierde por «Twitter» y por soberbia-, iba bien encaminado en un tema importante, no vamos a poder organizarle una fiesta en la ciudad de más de 50 personas. Y eso siempre y cuando sea al aire libre. Tenía el respaldo de los artistas, la hostelería y hasta del clero, contra la desproporcionalidad de las medidas adoptadas por la Junta en lo que a aforos se refiere. Pero cuando abre la boca para decir que Igea es un «personaje despreciable», Valladolid entera se avergüenza. Y así todos los días: primero se avergüenza Valladolid y después lo hace Castilla y León entera porque a Igea, que desde que más que vicepresidente de la Junta se cree el oráculo de Delfos -o sólo así se entiende que todo lo que salga por su boca tenga que ser palabra de Dios-, le da por responder y sólo se le ocurre decir que lo que hacen falta son 4.000 ataúdes en la Plaza Mayor.
Era evidente que al acabar el verano lo más fácil que podían hacer los políticos para escurrir la responsabilidad del desastre sería culpar al ciudadano de la situación. Y así soltó Igea la ocurrencia de los ataúdes y los muertos cargando contra artistas y todos los que piensan distinto a él, sin ninguna turbación. Una ocurrencia más populista incluso que la imagen de los féretros aquella de la Gran Vía que usó Vox. Entre tanto, en el Teatro Calderón o en la Catedral sólo podrá haber veinticinco personas al mismo tiempo mientras animan a los padres a llevar a sus hijos el próximo miércoles a espacios infinitamente más pequeños, más inciertos. Y todo esto lo dicen sin ningún rubor.
Supongo que al llegar a casa Puente, Igea y todos estos políticos con ganas de grandeza y titulares se avergonzarán de sus palabras. Supongo que por eso mismo hablan tanto, para tratar de acallar la voz de sus conciencias. Pero es septiembre y el político, como el ciervo, empieza con la berrea.