García Cárcel cierra el congreso comunero apelando a una «interpretación realista» alejada de «lo que pudo ser y no fue»
El catedrático de Historia Moderna de la UAB llama a abandonar los relatos de «idealización del sueño comunero» y a evitar un presentismo «difícilmente admisible»
El catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Ricardo García Cárcel, ha cerrado el congreso internacional ‘El tiempo de la libertad. Comuneros V Centenario’ apelando a una «interpretación realista» del movimiento comunero, alejada del relato contrafactual sobre «lo que pudo ser y no fue».
En su conferencia ‘El sueño comunero y la España que no pudo ser’, García Cárcel apuesta por «superar esa tendencia de evocar contrafactualmente qué hubiera pasado», que ha calificado como tradicionalmente española por la «memoria doliente , la fascinación por los perdedores, la fracasología, la tentación de la autoflagelación y la ternura por el mito de la felicidad perdida».
De hecho, García Cárcel recuerda que esta circunstancia no se produce solo con los comuneros en Castilla y León, sino que está presente en «la memoria nostálgica y contrafactual de los catalanes con la Guerra de Sucesión, de los aragoneses con Juan de Lanuza, de los andaluces con Al-Andalus o del republicanismo y las lecturas maravillosistas de la II República frente a la realidad histórica de lo que fue».
Se ha centrado entonces el catedrático de Historia Moderna de la UAB en el movimiento comunero como «uno de los hitos invocados nostálgicamente como la Castilla que pudo ser y no fue» y en el que se enfrentan «dos memorias, la de los ganadores y la imperiofilia, y la de los perdedores y la imperiofobia».
Llegado este punto, García Cárcel ha reconocido en la memoria del imperio «fragilidades» por encomendarse a «un personaje sobrevenido y que no estaba en el guion histórico previsto», como Carlos I, que además cuenta con una imagen de «espoleador o sacadineros» por la vinculación de los Austrias al «expolio fiscal», debido también a que «Carlos I no vendió bien nunca la imagen del imperio».
Por el contrario, la memoria de los derrotados aparece como «mayoritaria en España» ya desde el siglo XVI , con cronistas que expresan «escasas simpatías por el imperio3 y por revueltas en otros puntos del territorio, como las germanías de Valencia y Mallorca, que se llegaron a considerar «post-comuneras».
No obstante, García Cárcel recuerda que «es en el siglo XIX, con el romanticismo, cuando se eleva a los altares el sentimiento comunero», siendo precisamente los románticos «los creadores del sueño comunero» al defender «la España que no pudo ser porque fue presuntamente desviada de sus esencias tradicionales, manifestadas en el testamento de Isabel la Católica».
También ha sido crítico el historiador de la UAB al referirse a la reconceptualización del movimiento de los años 60 y 70 por hacer emerger «la modernidad de los comuneros», presentándolos «no como los héroes de esencias primitivas, sino como reivindicadores de principios propios de la modernidad».
Es ante estos relatos de «idealización del sueño comunero» con un presentismo «difícilmente admisible» frente a los que García Cárcel propone «el análisis a pie de suelo de las comunidades, de lo que fueron realmente y de su condición pragmática que no tenía gran vuelo y que, sobre todo, buscaba el retorno a una situación muy reciente en aquella época, pero no invocaba escenarios alternativos ni temporalmente alejados».