Artes&Letras

Gamoneda: a la luz de su poesía reunida

Aparece el segundo volumen de «Esta luz», que reúne la poesía escrita por Antonio Gamoneda desde el año 2005 hasta la actualidad

FERNANDO SANZ SANTACRUZ

BRUNO MARCOS

Ha mantenido Antonio Gamoneda los ojos abiertos mucho tiempo hacia la nada y el dolor. En bastantes ocasiones se le cita a él mismo para definirlo diciendo que su obra está en la perspectiva de la muerte. Inevitablemente esta insistencia en mirar lo que no queremos mirar ha llegado a agotarle. El cansancio y la falta de respuestas a unas preguntas imposibles de contestar han impregnado su corpus literario de un negro pesimismo. Sólo una cosa se levanta de entre ese desconsuelo, el afán por hacer belleza con todo ese abatimiento.

Gamoneda fue un niño de la guerra y de la posguerra. En sus memorias de infancia, tituladas Un armario lleno de sombra (2009), plasma con nitidez una vida mutilada por la pobreza, el horror de la contienda civil y sus recuerdos. En sus páginas encontramos algunas de las escenas reales que aparecen, más o menos encriptadas, en sus poemas, por ejemplo las de cuerdas de presos desfilando frente a su ventana en el barrio ferroviario de León, los muertos flotando a la orilla del río Bernesga o las manchas de sangre en el penal de San Marcos.

FERNANDO SANZ SANTACRUZ

Impresiona especialmente leer en esas memorias el pasaje en el que la madre le envía aún adolescente a la tumba del padre a recuperar sus dientes de oro. Allí acabaría, acuciado por el miedo al robo del sepulturero, cavando con sus propias manos entre los huesos por un oro que habría de arreglar la boca de la madre pero que, en palabras del dentista después de echarlo a la balanza, no llegaba. Este relato refleja la intensidad dramática con la que vivió Gamoneda sus primeros años en un mundo brutal del que sólo podría salvarse procurando transformarlo en experiencia estética a través de la poesía. Su padre fue un poeta modernista que murió cuando él tenía tan sólo un año dejándole en herencia el poemario del que fue autor, cuyo título parece una mensaje alegórico: Otra más alta vida. Ese fue el único libro de la casa durante mucho tiempo y en el que aprendió a leer el futuro poeta.

Hace unas semanas ha aparecido el segundo volumen de la poesía reunida de Antonio Gamoneda cuya edición ha estado al cuidado de Jordi Doce para la editorial Galaxia Gutenberg y que cuenta con epílogo de Miguel Casado. En el primer tomo -que se ha revisado y vuelto a imprimir- se recogió su producción desde los poemas iniciales de juventud hasta los del año 2004. Contiene los títulos Sublevación inmóvil, Blues castellano, Descripción de la mentira, Lápidas, Libro del frío, Arden las pérdidas y Cecilia, además de tres entregas de Exentos y una primera de Mudanzas. En este segundo volumen que sale ahora se ha incorporado Libro de los venenos, que es de 1995 y había quedado fuera de la edición anterior, junto con poemas correspondientes a libros escritos desde el año 2005 a la actualidad: Canción errónea, La prisión transparente, No sé, Las venas comunales, Mudanzas II y Últimos poemas.

«Canción errónea» (2012) es probablemente el libro medular de la etapa que recoge esta entrega

Libro de los venenos (1993-1995) es una obra de difícil clasificación y quizá por ello no se incluyó en el primer volumen al que cronológicamente debería pertenecer. El propio Gamoneda da cuenta de ello en el aviso preliminar atribuyendo esta anomalía a una indecisión suya. Se trata de un ensayo sobre los efectos y remedios correspondientes de una larga lista de venenos escrito a tres voces, la del griego Dioscórides del siglo I, la de Andrés Laguna del XVI y la del propio Gamoneda. Constituye, dentro del conjunto de la obra del escritor leonés, un elemento revelador al producir un efecto especular, un reflejo alegórico, y al constituirse en manantial de su poesía, una fuente de símbolos en la cual bebe la lengua poética.

Canción errónea (2012) es probablemente el libro medular de la etapa que recoge esta entrega de su poesía reunida. Si Descripción de la mentira lanzó su voz a una madurez original y plena cerrando el relato vital hasta el momento de su escritura, Canción errónea expuso la conclusión filosófica de un Gamoneda que entraba por entonces en la vejez. La vida, en las páginas de este libro, es para su autor un estado puramente accidental: «En mí no hay / más que cansancio y / un antiguo extravío: / ir / de la inexistencia / a la inexistencia. / Es / un sueño. / Un sueño vacío. / Pero sucede».

Con algunas variaciones formales estas ideas se fueron definiendo en títulos posteriores como La prisión transparente (2016) o No sé (2014-2017 y 2019). En La venas comunales (2015-2019) el tema principal es lo que el propio autor define como «solidaridad social», ya presente en Blues castellano o Descripción de la mentira, pero que en este caso se presenta en el contexto de una democracia ya madura. Mudanzas II (2003-2016) recoge trabajos de reescritura que el poeta ha realizado sobre piezas de varios autores como Mallarmé, Trakl, Hikmet o Helder entre otros.

En uno de los poemas más hermosos de estas caso 1.200 páginas se puede leer: «Tengo que mentir para decir la verdad»

Para terminar, como muestra de la más reciente escritura del premio Cervantes, que alcanza en la actualidad la edad de ochenta y ocho años, se incluyen tres poemas que sorprenden por su tono confesional, más narrativo, piezas extensas cercanas a la crónica reflexiva que toma a veces la forma del diálogo. Destaca así mismo una inflexión significativa: el poeta que tanto había aspirado a la verdad admite aquí abiertamente la posibilidad de que su propio discurso haya sido también un artificio: «este escrito es una casualidad, un relato sin importancia», «quizá sea una fábula», «yo sobrevivo a mi farsa».

Su obra, vista en conjunto, deja una sensación desoladora en el lector que asiste al relato de un espacio y de un tiempo en los que la auténtica vida ha sido secuestrada por la mentira, bajo cuyo régimen la realidad entera ha sido incautada. La mentira para Gamoneda fue vivir en la España de la posguerra pero también la existencia misma se basa en ella, parece al leerle que la posguerra y la dictadura hubieran sido una alegoría de la existencia, una escenificación superpuesta del absurdo, mentira sobre mentira. Finalmente el poeta se confiesa incapaz de entender, cansado, convencido de que vivir es un error, absorbido por la irrealidad, «Definitivamente, me he sentado / a esperar la muerte / como quien espera noticias ya sabidas», pero sin dejar de hacer luz con la poesía.

En uno de los poemas más hermosos de estas casi mil doscientas páginas que acogen setenta y dos años de poesía, dedicado a su nieta Cecilia, se puede leer: «Tengo que mentir para decir la verdad». Seguramente sea esta paradoja la respuesta más certera a todos las preguntas sin contestar. Con ella escapa el poeta a sus propias maldiciones. Cecilia es el error del error de existir, con ella falla el absurdo y merece la pena vivir.

bruno marcos

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