Artes&Letras - 25 aniversario de la OSCyL
Del frío de las iglesias al auditorio
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León debutó en el Teatro Calderón el 12 de septiembre de 1991. En 25 años ha sufrido la carencia de una sede estable hasta 2007 y vivido momentos de éxito, como la gira por Hispanoamérica o la actuación en el Carnegie Hall
![La orquesta, bajo la batuta de su actual director titular, Andrew Gourlay](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2016/06/28/concierto1-kgBF--620x349@abc.jpg)
«Orquesta habemus», celebraba el crítico de música de ABC Antonio Fernández-Cid en el colofón de su crónica sobre el concierto de presentación de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, en el Teatro Calderón de Valladolid, junto al dúo de piano Frechilla-Zuloaga. Se publicaba en este periódico el 14 de septiembre de 1991, dos días después de la actuación que confirmaba todo un «acontecimiento». «La Orquesta se emplaza ya en el grupo de las importantes de España y cualquier optimismo, una vez oído el arranque, está más que justificado», aseguraba el especialista.
En 1988 se habían dado los primeros pasos para la creación de la OSCyL, un proceso no exento de dificultades, retrasos y alguna polémica. La nueva formación venía a reemplazar a la Orquesta Sinfónica Ciudad de Valladolid, dependiente del Ayuntamiento y ahogada por la escasez de presupuesto. El carácter regional que se le iba a dar supuso el rechazo de una denominación que recordaba el germen vallisoletano: Orquesta Sinfónica de Castilla y León ‘Ciudad de Valladolid’.
Fernández-Cid tras el primer concierto en 1991: «La orquesta se emplaza ya en el grupo de las importantes de España»
El 17 de mayo de 1990 el entonces presidente de la Junta, Jesús Posada, firmaba la ley por la que se creaba la Sociedad Pública Orquesta Sinfónica de Castilla y León, constituida como sociedad anónima y adscrita a la Consejería de Cultura y Bienestar Social. Nacía con un capital social de 10 millones de pesetas y perseguía «el fomento de la formación musical» y la «difusión de compositores clásicos y contemporáneos», con el fin último de contribuir a la «elevación del nivel cultural de Castilla y León».
El entonces consejero de Cultura, Javier León de la Riva, puso al frente del proyecto al que sería el primer gerente de la OSCyL, Carlos Rubio, quien a su vez eligió a Max Bragado-Darman como director, con un contrato inicial de tres años que firmó el 12 de febrero de 1991. Su labor al frente de la formación se prolongaría finalmente hasta 1999.
Entre los conciertos destaca el compartido con Barenboim, pero también los de Auserón, Mercé y Celtas Cortos
El 27 de febrero del 91 se publicaba en ABC el anuncio de convocatoria de pruebas para la plantilla de instrumentistas, 62 plazas inicialmente: «violín (22), viola (8), violonchelo (6), contrabajo (5), flauta (2), oboe (2), clarinete (2), fagot (2), trompa (4), trompeta (2), trombón tenor (2), trombón bajo (1), tuba (1), timbal (1), percusión (1) y arpa (1)».
![La OSCyL, en una actuación junto al Orfeón Donostiearra en un polideportivo (1996)](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2016/06/28/concierto2-kgBF--510x286@abc.jpg)
El resultado fue una sinfónica que poco tenía que ver con la antigua Orquesta Ciudad de Valladolid, de la que fueron seleccionados apenas media docena de músicos. Gran parte de los instrumentistas procedían de otros países, una composición plurinacional que se mantiene todavía hoy.
A la búsqueda de sede
Castilla y León se unía a la tendencia imperante de crear orquestas en cada autonomía. Ya en la presentación de la OSCyL Fernández-Cid apuntaba un requisito cuya carencia podría lastrar la calidad de la formación: «A poco que ayuden los locales de los distintos puntos en los que deba actuar de forma periódica, el servicio musical puede ser de alta jerarquía». Ahí iba a estar un escollo importante.
Hasta 1999 la Orquesta se acomodó como pudo en el Teatro Carrión. Y la situación no mejoraba cuando salía a actuar por el resto de las provincias de Castilla y León: «no tenemos un buen local donde ensayar o, incluso, donde dar conciertos. Esto no sólo es un problema en Valladolid, sino en toda la Comunidad. Con la excepción del Palacio de Congresos de Salamanca, en el resto tenemos que acudir a iglesias y aquí el invierno es duro», lamentaba Carlos Rubio en un reportaje sobre las condiciones de las sinfónicas españolas, publicado en el Cultural de ABC el 27 de octubre de 1995.
«Poco a poco esperamos que los responsables políticos tomen en serio este tipo de requerimientos», añadía el primer gerente. Y muy «poco a poco» se fueron construyendo lugares adecuados para los conciertos en los destinos habituales de la Sinfónica.
El Teatro Calderón, elegido como sede, pero sin una sala de ensayos adecuada, el Lope de Vega y el Auditorio de la Feria de Muestras acogieron la actividad de la OSCyL en un peregrinaje al que no se pondría una solución definitiva hasta 2007, cuando se estrenó el Centro Cultural Miguel Delibes. El 11 de abril de ese año, se inauguró con un concierto de la orquesta y la pianista María Joao Pires la sede que pondría fin a la precariedad espacial de la sinfónica, con un auditorio de 1.712 localidades, sala de cámara y distintas cabinas y salas de ensayo.
Mientras, los músicos de la OSCyL también han tenido que adaptarse a los habituales cambios en la dirección: Max Bragado-Darman (1991-1999), Alejandro Posada (2002-2009), Lionel Bringier (2010-2012) y Andrew Gourlay (desde enero de este año). Y sobrellevar etapas sin batuta titular. Tras la marcha de Bragado-Darman contó con Salvador Mas como director principal invitado. Esa figura volvió a cubrir el vacío de titular en el atril entre 2012 y 2016, en este caso con el maestro Luis López Cobos como director emérito, cargo en el que continúa, y desde 2015 con Eliahu Inbal como director principal invitado, una función que también ha sido desempeñada en distintos momentos por Vasily Petrenko, Jaime Martín y el actual titular, Gourlay.
Otro tanto ha ocurrido en la gerencia, por la que han pasado Carlos Rubio, Joan Oller, Valentina Granados, Enrique Rojas y Félix Alcaraz. Desde 2012, Jordi Gimeno, antes violinista de la OSCyL, se ocupa de la dirección técnica de la orquesta y del Centro Cultural Miguel Delibes.
Momentos artísticos de altura
En sus veinticinco años de vida, la OSCyL ha vivido momentos artísticos de altura. Entre ellos, destaca Gimeno el concierto extraordinario con el pianista Daniel Berenboim como solista, en febrero de 2011; así como las giras por Colombia y la República Dominicana en 2006, con Alejandro Posada en la dirección; y el concierto en el Carnegie Hall, de Nueva York, en 2002, junto al pianista Joaquín Achúcarro y bajo la dirección de Salvador Mas.
En el capítulo discográfico, señala el director técnico la trascendencia de la grabación en 2001 de Nazareno, de Osvaldo Golijov y Gonzalo Grau, para el prestigioso sello alemán Deustche Grammophon, con las pianistas Katia y Marielle Labèque; y la editada por Tritó en 2007 con la 4ª sinfonía de Shostakóvich junto a la Orquesta de Cadaqués y bajo la dirección de Gianandrea Noseda.
Además, la OSCyL se ha sumado a la tendencia de acompañar a grupos y solistas de otros estilos, entre ellos Santiago Auserón, José Mercé y Celtas Cortos, una muestra de la versatilidad de la orquesta y un camino para llegar a nuevos públicos.