La filosofía y el rock sinfónico de Robe 'encienden' Valladolid

El músico de Plasencia presenta en la capital del Pisuerga 'Mayéutica', su último trabajo, ante 3.700 espectadores entregados

Robe, durante su concierto en el Polideportivo Pisuerga de Valladolid ICAL/PANDORA PRODUCCIONES

H. Díaz

«Incendiario. Todos dicen que soy un incendiario», presume Robe en su tema 'Contra todos'. Y ayer encendió, y mucho, al entregado público del Polideportivo Pisuerga de la capital vallisoletana. Había ganas de escuchar música en directo y, particularmente, Valladolid tenía ansias de Robe, tras la suspensión de la gira de despedida de Extremoduro, la banda que fundó allá por 1987. Alrededor de 3.700 personas -a reventar a pie de pista y con una generosa entrada en las gradas- bailaron, botaron y corearon -las mascarillas no fueron impedimento- al son de la 'filosofía' y buena dosis de rock sinfónico que el de Plasencia propone en 'Mayéutica', su último trabajo en solitario.

Comenzó con 'Hoy al mundo renuncio', el tema que abría su disco anterior. Pocos minutos después de la hora prevista, las 21.00 horas, los seis músicos de su banda, todos ellos extremeños, salieron en riguroso orden y con ovación individual incluida; la mayor, evidentemente, se la llevó Robe. «Os quiero», saludó al público, que no necesitó un mensaje más largo de su ídolo para venirse arriba.

Y durante la primera hora fueron sucediendo temas como 'Guerrero', 'Si te vas', 'De manera urgente', 'Contra todos'... Y entre medias, de vez en cuando, alguna de sus lecciones: «En el fracaso tendrán también la gloria», espetaba Robe antes de 'El camino de las utopías'. Tras la canción de Extremoduro 'Dulce introducción al caos' llegó el descanso y, con él, el cambio de registro, ya que en la segunda parte, el intérprete -y también su público- se entregaron a la apabullante y exhausta sinfonía que es 'Mayéutica', su tercer trabajo en solitario.

Robe, junto a sus músicos, en un momento del concierto en Valladolid ICAL / PANDORA PRODUCCIONES

A partir de las 22.30 horas, sin transición alguna, se sucedieron sus seis temas: interludio, primer, segundo, tercer y cuarto movimiento, y la 'Coda feliz' final. Menos oboe y violín que en la primera mitad del concierto -aunque este último no desapareció del escenario-, y mucha guitarra; y el público continuó en plena sintonía coreando cada uno de los temas sin desliz alguno, y eso que el último trabajo del extremeño apenas lleva medio año en el mercado.

Tres horas después del inicio (previa prolongada pausa intermedia), llegaron los bises, y Robe tiró de repertorio de Extremoduro para dejar en los espectadores un chute de energía directamente proporcional a la ovación que él y sus músicos se llevaron cuando levantaron sus instrumentos en señal de despedida. «Hasta siempre», gritó el cantante. Y el público salió ordenado y con el calor en el cuerpo necesario para enfrentarse a la helada que ya caía pasada la medianoche junto al Pisuerga.

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