Ignacio Miranda - Por mi vereda

Fiel servidor del hombre

Una de las hijas del quinto conde de Montarco, Ana, lamentó en su pregón de la Peña del Caballo el exiguo apoyo oficial al mundo ecuestre

Ignacio Miranda

Eduardo de Rojas Ordóñez, quinto conde de Montarco , tuvo un carácter inquieto y polifacético hasta fallecer en 2005, a los 96 años. No terminó la carrera de Derecho porque pronto debió hacerse cargo del patrimonio familiar. Encarcelado durante la Guerra Civil en Madrid, al acabar la contienda fue teniente de alcalde de la capital, aunque le tiraban más el campo y Ciudad Rodrigo , donde su palacio destaca como un imponente edificio civil repleto de historia. Articulista en esta casa, fundó el semanario «La Gaceta Rural» para plasmar la actualidad del sector y fue vocal a la CEOE. Presidió la asociación de criadores de raza morucha , como firme defensor de la cabaña autóctona, y apostó muy pronto por las aptitudes del caballo español, a partir de una punta de hembras de su hierro que cubría con sementales de la Yeguada Militar.

Hoy, una de sus hijas, Ana, que encarna la rama familiar ajena a la moda y las revistas de vanidades, vive apartada del mundanal ruido en Guadapero, localidad serrana escondida entre robledales y encinares que miran a la Peña de Francia . Menuda, con un trato distinguido y enorme personalidad, ha heredado -por un arcano telúrico- esa querencia de volver al Campo Charro , de pasear por las calles mirobrigenses, integrada entre el paisaje y el paisanaje como una más, para pasar sus últimos años en esta hermosa tierra adehesada.

Hace escasas fechas, pronunció el pregón de la Peña El Caballo como preludio de un Carnaval donde se disfruta sin ultrajes a la religión católica. Lamentó el exiguo apoyo oficial al mundo ecuestre , a diferencia de otros países europeos, al tiempo que señalaba el valor de la hipoterapia y reconocía el esfuerzo de unos ganaderos que no conocen vacaciones ni festivos. «El caballo ha sido el más fiel servidor del hombre . Por eso estamos en deuda con ellos. Hay que amarlos y cuidarlos», aseguró. Toda una lección sobre el noble bruto.

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