Fernando Conde - Al pairo

España Poltergeist

«Un servidor es más de gobiernos paritorios, es decir, gobiernos capaces de parir ideas, nuevos proyectos y retoños con un pan bajo el brazo, que gobiernos de cuota»

REUTERS

Sorprende el hecho que, a pesar de no haber transcurrido ni un mes desde las últimas elecciones, haya habido tanta urgencia para formar gobiernos autonómicos y municipales, y en cambio tan poca para investir un gobierno nacional. Quizá la conclusión que pueda sacarse, con todas las derivadas que conlleva, es que, en realidad y para el ciudadano, es más perentorio el nombramiento de un presidente de comunidad, con sus consejeros, y de un alcalde, con sus concejales, que el del presidente de un país, con sus ministros. Una de las derivadas puede ser mortal.

En Castilla y León ya tenemos el nuestro, conformado con bastante menos dificultad de la prevista inicialmente. Andan los amantes de la ideología de género soliviantados por el hecho de que no sea un gobierno paritario, pero, ¡qué quieren que les diga!, un servidor es más de gobiernos paritorios, es decir, gobiernos capaces de parir ideas, nuevos proyectos y retoños con un pan bajo el brazo, que gobiernos de cuota en los que uno no sepa si está por meritocracia o por ser macho, hembra o mediopensionista.

Sin embargo, en Madrid –entendida como metonimia por excelencia de España-, les está costando mucho más dar a luz. Anda cada cual tras lo suyo, que no es el beneficio del ciudadano, sino el propio. Así, el líder podemita está como loco por pillar una mochila –la cartera y la coleta no son compatibles- de ministro, a cualquier precio. Es de suponer que su intención será la de, en un par de años, parecer tan del partido del gobierno que su incorporación al mismo suene a natural evolución. Por su parte, el presidente en funciones -que a este paso puede serlo toda la legislatura, si le dejan- sigue fiándose de los consejos de su áulico asesor (quien subscribe ya le ha reconocido alguna vez a Iván Redondo su preclara visión de estratega político) y buscando dilatar los tiempos para provocar una nueva cita electoral que termine por erradicar completamente el morado de la paleta cromática española.

Y en cuanto a los adversarios, hay que reseñar la falta de tacto y táctica, y la mala estrategia conjunta. Porque dejar gobernar a los socialistas absteniéndose, como hizo el PSOE con el PP en 2016 –bien es verdad que hubo que echar a un tal Pedro Sánchez de la secretaría general para propiciarlo-, podría ser la mejor forma de evitar que, en unas nuevas elecciones, Sánchez salga reforzado. Y de paso, obligaría al ahora presidente en funciones a ser un presidente en minoría al albur de muchos vaivenes. Pero eso no pasará. No, porque la España de ahora es una España Poltergeist, de fenómenos extraños, tanto como el de un tal Maroto segoviano. ¿Tendrá razón Tudanca?

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